CUBANEWS - Reportage

Se marchó del establecimiento gastronómico sin decir palabra. Llevaba un disgusto clavado en el alma, pero los labios permanecieron apretados cuando alcanzó la salida y aún muchas cuadras después. Solo al llegar a su casa comentó “¡El jamón del relleno de ese bistec uruguayo era apenas del tamaño de una peseta!” Su interlocutora, con cierta despreocupación, le aconsejó entonces “ay, viejo, no cojas lucha”.
Con frecuencia se escucha la mencionada expresión donde se recomienda no preocuparse a quien quiera plantar cara a lo mal hecho. Consejos como “te va a dar un infarto” o “no le hagas caso” parecen llevarse los primeros lugares en la fraseología de quienes prefieren guardar cómplice silencio ante violaciones.

Un extendido llamado a la pasividad, en nombre de una supuesta higiene mental (que no es tal), se sigue adueñando de muchos. Como un “bicho raro” parece el que se queja o demanda sus derechos, mientras detrás del silencio se esconde una vergüenza injustificada, como si reclamar lo que por ley corresponde se considerara delito.

¿Cuántos prefieren callar antes que exigir cierto menudo escamoteado del vuelto tras la compra? Un temor a que los demás los consideren “tacaños” les silencia el enojo.

Ante maltratos, productos mal elaborados o de baja calidad, morosidad en el servicio e ineficiencias de todo tipo con que el ciudadano común se tropieza a diario, a algunos les resulta más sencillo cerrar los ojos, suspirar y largar la andanada de insultos hacia lo más profundo, sin exteriorizar demasiado, con espíritu de aparente resignación o sacrificio.

Existe solidaridad con quien protesta en una cola, el resto de los usuarios lo apoya y hasta aportan nuevas aristas y experiencias. Pero, todo se olvida justo cuando les toca turno para realizar su adquisición y mientras se marchan cada uno recita como clave de éxito “no cojas lucha”. Sin embargo, a pocos se les ocurre la proposición de “por favor, busque al administrador de inmediato”.

Entre tantos llamados a “no alterarse”, parecería que salud cardiaca y demanda de los derechos están reñidas a muerte o que las isquemias cerebrales resultan desenlace inevitable cuando se solicita un buen servicio.

Preciso resulta recordar que, hace 10 años, nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro, al definir el concepto de Revolución, expresó que “es cambiar todo lo que debe ser cambiado”. El Estado toma en la actualidad dicha sentencia como pilar fundamental para realizar un grupo de renovaciones que repercutan de manera positiva en la economía del país.

Aparejado a este proceso, cada uno de nosotros debería también hacer una enumeración personal con todos los detalles que pensamos debemos corregir en aras de alcanzar la excelencia que deseamos y merecemos. Sería el granito de arena que nos corresponde de modo individual… ¿Por qué no incluir también en esa lista de tendencias negativas a eliminar la frasecita de “no cojas lucha”? A ver si logramos desterrarla de una vez y por todas de la mentalidad de los conformistas que prefieren permanecer impasibles antes que “coger lucha” tratando de hacer posible un mundo mejor para todos.