|
LAS
CRISIS Y CONTRADICCIONES RECURRENTES DENTRO DE LA FNCA.
La Fundación Nacional Cubano Americana ha sufrido, desde
su propia creación en 1981, diferentes crisis internas que han provocado
profundos cismas dentro de sus filas. Con independencia de sus diversos y
aparentes orígenes, la razón principal de las desavenencias siempre ha estado
relacionada con la propia esencia mafiosa de sus integrantes. De hecho, la
búsqueda de mayores protagonismos políticos, el deseo de ser favorecidos con una
mayor tajada del dinero obtenido como resultado de las campañas anticubanas, así
como la posibilidad de emplear el status político como vía para obtener
prebendas y favores para las empresas particulares de sus millonarios
integrantes, en una ciudad corrupta, con políticos deshonestos y amantes del
cambalache, han sido siempre las razones de una eterna discordia. Hoy parecen
repetirse nuevamente las condiciones para un sonado fraccionamiento dentro de
esta organización con probados nexos terroristas y caracterizada por una
creciente pérdida de imagen dentro de la comunidad cubano americana. Dennis
Hays, su vicedirector ejecutivo y representante en la ciudad de Washington, ha
decidido abandonar a la FNCA y dedicarse a otros “negocios”.
Las razones de la salida de Hays han salido sobre el
tapete y son parte de la comidilla diaria del autotitulado exilio. Sabido es que
Hays ha fungido como un vínculo político entre la FNCA y la Casa Blanca, dadas
sus relaciones con los grupos de poder estadounidenses, y ha sido empleado como
coordinador de los vínculos entre la mafia terrorista y sus amos del gobierno
norteamericano. Dentro de este contexto, Hays visitó recientemente al presidente
Bush y le hizo entrega de una carta firmada por 98 miembros de la FNCA, en la
que los mismos le exponían su rechazo a la actual política migratoria hacia
Cuba. Por supuesto, esta misiva
¾a
la que se sumó una segunda en sólo cuatro días¾
y las declaraciones iracundas de Mas Santos y Joe García, molestaron sobremanera
a la Administración. Las reiteradas acusaciones dirigidas contra el presidente
de que “no ha variado durante tres años la política de su antecesor, William
Clinton, con respecto a Cuba”, así como la exigencia de que adopte “medidas
claves para promover la creación de una Cuba libre y democrática”, fueron
demasiado para Hays, vinculado en cuerpo y alma a los republicanos.
Hays tampoco permitió el claro mensaje antigubernamental
del FNCA, expresado por Mas Santos: “no es la Fundación la que se ha distanciado
del presidente Bush, es él quien se ha alejado de la comunidad cubana”.
La verdad parece ser que de la reunión con Hays y el
presidente salió la promesa de un nuevo puesto dentro del gobierno para el
antiguo embajador norteamericano. Ni lento ni perezoso aceptó la propuesta y
abandonó a sus socios de la FNCA. Los comentarios ante la deserción no se
hicieron esperar.
George Fowler, uno de los directores de la organización mafiosa, comentó sobre
la salida de Hays de la misma: “Hays era asesor de la Fundación y tenía una
variedad muy amplia de puntos de vista, pero eventualmente eran los directores
quienes decidían, en un ambiente donde todo no era exactamente republicano”. De
sus palabras se deriva el hecho de que Hays no compartía las actuales posiciones
de ataque de la FNCA contra la Casa Blanca. No le quedó más remedio al
diplomático devenido en mafioso que declarar al The Miami Herald que no estaba
de acuerdo “con la forma pública en que la Fundación ha estado criticando a la
Administración”.
La salida de Hays puede ser el indicador de que se avecinan nuevos
problemas internos dentro de la FNCA y de que algunos directivos asociados a los
republicanos puedan distanciarse de los actuales coqueteos de Mas Santos y Joe
García con los demócratas. Todo es, desde luego, cuestión de conveniencia.
Dentro del “exilio”, el cambiarse de casaca es una costumbre muy arraigada que
cobra plena vida cerca de las elecciones. No entienden que las promesas
preelectorales son parte del rejuego político ya institucionalizado dentro de
los Estados Unidos y luego, cuando el candidato favorecido asume la presidencia,
hace lo que mejor le conviene. Luego, como sucede esta vez, se le acusa de
traición y de olvidarse de lo prometido. Quien piense, sin
embargo, que estos fraccionamientos son nuevos dentro de la Fundación, se engaña
completamente. Todavía están frescos en la memoria de las gentes pasadas
escisiones, ruidosos abandonos y reyertas públicas entre sus miembros. De sus
filas salieron estrepitosamente, sin dejar de lanzar acusaciones públicas nada
menos que Frank Calzón y la extinta Elena Amos Díaz-Verson, entre otros. Un
tiempo después, luego del fallecimiento de Jorge Mas Canosa, sobrevino la más
sonada crisis padecida por la FNCA.
La pérdida de imagen sufrida por la FNCA, derivada de su
involucramiento en criminales acciones terroristas contra Cuba entre los años
1992 y 1997 (plenamente denunciada por Cuba en varias oportunidades), así como
su cuestionada participación en el secuestro del niño Elián González, en que
salieron a flote toda su intolerancia y esencia deshumanizada, colocaron a la
Fundación en una situación de marcada pérdida de prestigio ante la opinión
pública internacional. De inmediato, se lanzaron a una campaña de mejoramiento
de imagen que conllevó la incorporación a sus filas de jóvenes profesionales,
angloparlantes y, sobre todo, nacidos en Estados Unidos. Esta “americanización”
de la FNCA estaba dirigida a borrar ante la gente su denunciado carácter
terrorista y lograr una mayor apoyo de las fuentes de financiamiento para su
labor anticubana. Como resultado de esta nueva concepción, se sumaron a sus
filas Joe García, Dennis Hays, George Fowler y muchos más.
La nueva orientación de la FNCA y los métodos de trabajo
incorporados por Mas Santos desde 1997, crearon divergencias dentro de la
organización, sobre todo con los más intransigentes miembros de la misma,
integrantes casi todos del ala terrorista de la Fundación. Al referirse a la
situación creada con el ingreso de nuevos miembros en la dirección, Ninoska
Pérez Castellón declaró que “si ha cambiado la línea de la Fundación, para salir
y decir a los miembros y a quienes los respaldan, que ellos han cambiado, no
tienen por qué utilizar el legado de Jorge Más Canosa, ni los que estamos aquí,
para aparentar una cosa y hacer otra”. Las declaraciones de la furibunda e
intolerante Nino, en las que acusaba al nuevo presidente de su Junta, Jorge Mas
Santos, de haber traicionado el legado de su padre, provocó el estallido. De
inmediato cerca de 40 directivos, entre los que se encontraban Alberto
Hernández, Feliciano Foyo, Luis Zúñiga, Elpidio Núñez, Horacio S. García, Ángel
del Toro, Ángel E. Garrido, José Oliva, José A. Llamas y muchos más, abandonaron
las filas de la FNCA. Meses después, el 10 de octubre del 2001, fundaron el
Consejo por la Libertad de Cuba, su “clon”, integrado por connotados
terroristas.
El surgimiento del CLC no significa una total
separación entre los miembros del ala terrorista de la FNCA que se quedaron en
ella y los que se fueron. La verdad es sólo una: el cisma se produjo en la
superficie, pues el ala militar secreta, la cara oculta, quedó intacta.
Un nuevo elemento se ha sumado a la controvertida
posición de la FNCA dentro del contexto político miamense, la estrategia
asumida por ella de promover “un diálogo amplio entre cubanos”, del que
pretenden soslayar las figuras de los máximos dirigentes de la Revolución. Tanto
varios líderes de la contrarrevolución como Zúñiga, Huber Matos y otros, los han
tildado sin ambages como traidores. Esta posición, sumada a los actuales ataques
contra Bush, son elementos suficientes para esperar otra crisis interna dentro
de la FNCA.
Con el nombramiento de Camila Ruíz en el cargo dejado
vacante por Hays, una cubano americana de treinta años de edad, con experiencia
como tracatana de la "“loba feroz”, pretenden paliar la situación creada. No
cabe duda que la FNCA, como una fruta nacida podrida desde el principio, está
condenada a nuevos fracasos mientras los gusanos que la integran se pelean entre
ellos o la abandonan en busca de nuevas oportunidades para seguir lucrando a
costa del detestable negocio de la contrarrevolución.

|