Pasajes del terrorismo contro Cuba
CUANDO EL TERROR ATACO EN NOVIEMBRE
No les importaron sus dieciséis años ni la infancia
aún latente en sus pupilas. Sus jefes de la CIA les habían ordenado detener la
Campaña de Alfabetización y acabar de una sola vez con aquellos jóvenes que
habían invadido la montaña, cargados de libros y esperanza, enfrascados en la
noble misión de llevar la enseñanza al campesino humilde y abrirle el destino de
forma promisoria.
No les importó,
pues, la niñez de Manolo cuando fueron a buscarlo aquella noche en la pequeña
casita de la finca Palmarito, ubicada en barrio rural de Río Ay, en Trinidad.
Amparados en la oscuridad, varios miembros de la banda de Julio Emilio
Carretero, entre los que se encontraban Pedro González y Braulio Amador Quesada,
llegaron hasta el bohío del campesino Pedro Lantigua, movidos por malas
intenciones.
— ¡Pedro, Pedro, abre la puerta! — conminaron al
morador de la vivienda—, somos tus compañeros.
El campesino no abrió de inmediato. Recelaba de esta
visita y sólo cuando pudo verlos vestidos de milicianos se decidió a hacerlo.
Como fieras se abalanzaron sobre él y le arrebataron el fusil. El niño
alfabetizador salió entonces del cuarto y encaró a los bandidos a pesar de los
ruegos de Mariana, la esposa de Pedro, quien dijo que era un hijo de ellos.
— ¡Yo soy el maestro!—exclamó sin temor en la
mirada.
Fue tal vez aquel asomo de hombría en el gesto del
niño lo que ofendió a los criminales o el hecho de que ya habían decidido
asesinarlo, pero eso fue suficiente para que descargaran sobre él todo el odio
acumulado contra la Revolución.
— ¿Conque tú eres el maestro comunista?—dijo uno de
los bandidos mientras golpeaba a Manolito sin consideración. Pedro y el joven
trataron de defenderse, pero fueron arrastrados a la noche oscura, cargada de
dolorosos y amenazadores presagios.
La muerte entonces acabó con la vida del joven
maestro y de su alumno campesino. Los bandidos les torturaron sin piedad y luego
los colgaron de un árbol en Limones Cantero. Nadie sabe si Manuel Ascunce
Domenech tuvo tiempo para pensar en su madre, Evelia, antes de morir. Atrás
quedaron las cartas enviadas a ella, escritas con trazos pequeños y firmes, en
las que le hablaba de su pasión por la obra que realizaba y del amor que le
profesaba. Atrás quedaron también los momentos en que, con diligencia admirable,
ayudaba a los Lantigua en las tareas de la casa y del campo. Atrás quedaron
también sus sueños de adolescente, el amor tempranero y la vida misma.
Cuando llegó
gente amiga al lugar, encontraron los cuerpos torturados y sin vida colgando de
aquel árbol avergonzado. Rubén Darío Zayas, juez instructor, describió la
dantesca escena del crimen:
“Cuando llegamos al árbol, miré a Manuel; pelo
negro, algo caído hacia la frente; los labios ennegrecidos, la lengua con un
intenso color violáceo, con coágulos en sus bordes. Me llama la atención que no
estuvieran sus globos oculares fuera de las órbitas, como sucede siempre en los
ahorcados; ello me convenció que lo habían colgado casi muerto. Tenía también un
profundo surco en el cuello, fractura del cartílago laríngeo, perceptible a la
palpitación del forense.”
“Examinados sus órganos genitales, se observan
contusiones, indicativos de haber sido sometidos a compresión y distorsión.
Catorce heridas punzantes de distintos grados de profundidad.
“A su lado estaba Pedro Lantigua: cabellos castaños,
algo rojizos; hombre fuerte, el rostro cubierto de manchas, todo rígido,
muestras visibles de haber luchado contra sus asesinos y señales de haberlo
arrastrado muchos hombres, golpes, un surco equitómico en el cuello.”
Ese triste 26 de noviembre de 1961, día en fueron
asesinados el maestro casi niño y su alumno campesino, el terror se ensañó en la
inocencia y en el futuro de la Patria. Ambos pasaron a integrar la vergonzosa
cifra de los 549 asesinados por los bandidos terroristas en el campo cubano.
Junto a esos muertos, también hubo 200 incapacitados. Ese crimen fue parte del
rosario de actos terroristas promovidas por los bandidos financiados por el
gobierno norteamericano.
Detener a la
Revolución y el proceso transformador que la misma desarrollaba en el campo,
fue tarea asignada por la CIA y el gobierno norteamericano a los 3 999 bandidos
agrupados en 299 bandas armadas. Ellos sumieron de dolor a muchas familias
cubanas, dejando viudas y huérfanos a lo largo del país. Las armas con las que
asesinaron y mutilaron les fueron enviadas desde Estados Unidos; las órdenes
también venían de allá.Noviembre supo, pues, de las muertes de Manuel Ascunce
Domenech y de Pedro Lantigua, pero conoció también de otros crímenes y
atrocidades perpetrados contra los cubanos. La historia de tanto noviembre lleno
de muerte y desolación no difiere de los otros meses transcurridos durante
cuatro décadas. Ha sido la lucha sin cuartel del terrorismo contra un pueblo
cuyo único delito ha sido aspirar a una vida mejor. Basta conocer, por tanto,
algunos hechos que atestiguan este criminal accionar de los terroristas
financiados por Estados Unidos, de cuyas acciones jamás se ha dignado la prensa
norteamericana a hacer alusión alguna.
● El 10 de noviembre de 1959 fue saboteada una
planta de bombeo de agua potable en Matanzas.
● El 14 de noviembre de 1960 fue colocada una
bomba en un comercio del barrio habanero de Marianao.
● Tres días después, el 17 del mismo mes, estalló
una bomba en la tienda habanera “Los Precios Fijos”.
● El 21 de noviembre de 1960 fue asesinado por
elementos contrarrevolucionarios el administrador de una finca situada en
Trinidad, Sancti Spíritus.
● El 23 de ese mismo mes estalló una bomba en uno
de los salones del Banco de Seguros Sociales (BANSESCU), en el Capitolio
Nacional de la Habana.
● El 25 de noviembre ocurrió un incendio provocado
en el frigorífico de Jovellanos, en Matanzas.
● El 10 de noviembre de 1961 fue asesinado un
campesino en Pinar del Río por bandas contrarrevolucionarias.
● El 13 de noviembre de ese mismo año se produjo
un ataque terrorista contra la refinería “Ñico López”, situada en la Habana.
Esta acción provocó la muerte del miliciano Eliseo Arias Hernández y heridas a
Julio Castellanos y a José Gómez Conde.
● El 15 de noviembre fue asesinado un obrero por
disparos realizados por elementos terroristas.
● El día 17 fueron atacadas dos tiendas rurales en
Matanzas, así como una escuela.
● El 23 de noviembre de 1961 fue herido un
miliciano cuando fue asaltada una mina de asfalto en Ciego de Ávila.
● Dos días después, el 25 de noviembre, fue
asesinado el campesino Ricardo Días Rodríguez en Trinidad. Los asesinos lo
ultimaron en presencia de su esposa y de tres pequeños hijos.
● Un día después del asesinato del joven
alfabetizador Manuel Ascunce Domenech y de su alumno, el campesino Pedro
Lantigua, fue asesinado en Matanzas el miliciano Eleno Carralero Torrejón.
● El 2 de noviembre de 1962 fue asesinado un
trabajador forestal de Cienfuegos, cuando un grupo terrorista atacó y saqueó una
granja de la zona, incendiándola y provocando otros significativos daños en
campos de caña.
● El 11 de noviembre de 1963 fue asesinado el
maestro Roberto Gutiérrez Rodríguez por bandidos terroristas.
● El 13 de noviembre de 1965, una lancha artillada
procedente de los Estados Unidos atacó el litoral habanero de Miramar, empleando
armas de grueso calibre. Esta acción, reivindicada por elementos terroristas
radicados en Miami y pertenecientes a las agrupaciones RECE, Comandos-L y
Movimiento 13 de Noviembre, provocó heridas a una ciudadana y cuantiosos daños
materiales.
● El 13 de noviembre de 1966 fueron lanzadas
varias bombas desde un avión procedente de Estados Unidos contra objetivos
económicos situados en la bahía de Matanzas.
● El 10 de noviembre de 1974 se intentó asesinar
al embajador cubano en México mediante el empleo de un artefacto explosivo. Esta
acción formó parte de la guerra implementada por grupos terroristas contra
intereses y objetivos cubanos en el exterior.
● El 7 de noviembre de 1976 fue colocada una carga
explosiva que detonó frente a las oficinas de Cubana de Aviación en Madrid,
España. El estallido ocasionó cuantiosos daños materiales en casas y
edificaciones colindantes.
● Cinco días después, el 12, explotó una bomba en
la embajada cubana en Colombia.
● El 9 de noviembre de 1978 explotó una bomba en
las afueras de la Misión cubana ante la ONU, en Nueva York.
Como puede apreciarse al relacionar estos hechos,
noviembre trae para muchos cubanos graves recuerdos y una sensación de pérdida
que nunca sanará del todo. Los hogares de los hombres asesinados por criminales
terroristas jamás volverán a ser los mismos. Los hijos crecieron añorando la
caricia del padre ultimado por la mano artera de hombres sin piedad y con la
convicción de que nunca pagarán sus culpas mientras vivan en Estados Unidos.
Pero con noviembre nos viene también no sólo la
tristeza por los maestros matados a mansalva, por los campesinos ultimados y
por los milicianos asesinados a traición mientras protegían los bienes del
pueblo. Noviembre también nos trae la certeza de que la contrarrevolución y el
terrorismo se equivocaron completamente con sus acciones criminales. El pueblo
sufrió, es cierto, pero continuó el camino abonado por la sangre de sus muertos.
Al asesinar a Manolo quisieron acabar con el joven
José Martí que había en él, dispuesto a dar por los otros lo mejor de sí mismo.
Si uno guardó a los dieciséis años prisión injusta por sus ideas un siglo
atrás, el joven alfabetizador entregó su vida en aras de validar los principios
martianos sobre la necesidad de educar a otros hombres a costa de cualquier
sacrificio. Hoy ambos viven en el pueblo y en sus obras.
Manuel Ascunce Domenech se multiplicó y muchos
jóvenes se hicieron maestros, agrupándose en el Contingente Pedagógico que lleva
su nombre y del que surgieron miles de educadores. Dentro de ese grupo de
jóvenes descolló un adolescente que, años después, ocuparía la digna trinchera
de combatir, en las propias entrañas del monstruo, a quienes promovieron y
ejecutaron crueles actos terroristas como el que acabó con la vida de Manuel
Ascunce. Me refiero a René González Sehwerert, uno de los cinco cubanos
antiterroristas prisioneros injustamente en cárceles norteamericanas, quien en
1973 ingresó en el segundo contingente del destacamento "Manuel Ascunce
Domenech", estudiando en el curso especial como trabajador y comenzando a
impartir clases entre 1973 y 1974 en la ESBEC República Socialista de Rumania,
en Alquízar.
Noviembre conoce estas cosas y sabe que, a pesar de
todo, vendrán otros meses de lucha para los cubanos, tan capaces de ofrecer lo
mejor de sí para hacer realidad la utopía magnífica de un provenir seguro y
tangible. Esa es la única verdad. No hay otra.