Pasajes del terrorismo contra Cuba
QUANDO LA MUERTE LLEGA DEL
MAR
El mar es como una inmensa prolongación de la propia casa,
y uno se entrega a él ávido de aventura y expectativas, teniendo siempre la
certeza que se deambula por sus largas venas y músculos un poco desprotegido y
afanoso por regresar a la calma ofrecida por los seres queridos, allá donde la
sonrisa y la caricia de la mujer amada y de los hijos nos reconfortan de tanta
jornada de soledad y labor inacabable. Uno respeta al mar como a un padre capaz
de reprocharnos el buscar en él más de lo que nos pertenece y siempre dispuesto
a prodigarnos el sustento y el bienestar para los que dependen de nuestro
esfuerzo. El mar es como la tierra y uno aprende a cuidarlo, a hacerlo parte
amada y preferida sobre las tantas cosas que ofrece la vida. Tal vez uno lo
siente más cercano a sí en las noches estrelladas en las que el cielo parece
pegarse a él como si fueran los dos una misma cosa y uno casi puede tocar la
luna con las manos encallecidas y temblorosas. Así, sin evitarlo, el mar es
parte nuestra, diaria e irrenunciable, capaz de servirnos de expresión y
despertar en nosotros sentimientos únicos e inconfundibles.
Uno marcha al mar en su bote pequeño, casi tan sencillo como uno mismo, y siente
que esa embarcación forma parte de nuestras propias células y de nuestra forma
singular de vivir. Atrás quedan los hijos, dueños por primera vez de la sonrisa,
y queda la propia Patria, nueva, gigantesca en sus primeros pasos hacia la
libertad y dispuesta a labrarse su destino sin temor al sacrificio. Uno, por
supuesto, sabe que la propia Patria marcha con uno sobre las olas, deshaciendo
millas náuticas y agrandándose en la distancia. Y esa propia Patria espera por
el fruto de nuestra labor y nos hace sentirnos orgullosos por esa
responsabilidad, sin importarnos que el pescar, por simple que parezca,
represente algo útil para nuestro pueblo. Así pensaban tal vez Bienvenido
Mauriz Díaz y Roberto Torna Mirabal momentos antes de ser asesinados por
terroristas procedentes de la Florida. Sin poder imaginarlo, ambos pasarían a
representar una más de las víctimas de la crueldad desplegada contra nuestro
pueblo por parte de la mafia criminal radicada en Miami, amamantada y protegida
por el gobierno norteamericano. Tal vez el único delito cometido por ambos lo
fue el ser humildes pescadores cubanos y haber visto con esperanza el proceso
transformador que vivía su Patria, la misma que llevaban en el corazón en cada
largo viaje y protegían intacta de las tormentas y el mal tiempo.
¿Por qué el terrorismo se ensañó en humildes pescadores cubanos durante largos
años? ¿Por qué se empeñaron los criminales de los grupos terroristas radicados
en Miami en secuestrar pequeñas embarcaciones pesqueras y hundirlas, dejando a
sus ocupantes abandonados en cayos solitarios y en alta mar? ¿Por qué dejaron
viuda a mujeres como Acacia Pérez Vita y muchos pequeños niños fueron
condenados a injusta orfandad?
Si el terrorismo contra Cuba siempre estuvo dirigido contra los hijos del
pueblo, nada mejor para probarlo que los constantes ataques contra pequeñas
embarcaciones cubanas dedicadas a la pesca. Un largo rosario de agresiones
prueba, de manera inequívoca, que los humildes hijos del pueblo fueron siempre
objetivos del terrorismo y de la desalmada crueldad de sus ejecutores y
promotores. Destruir sus embarcaciones significaba no sólo acabar con sus
fuentes de sustento. Era más que eso, era como ansiar destruirles la esperanza,
como tratar de acabarles con la vida misma. Un barco, por pequeño que sea, es
como uno mismo, como la familia, diría un pescador cualquiera sin temor a
equivocarse, Por eso, el terrorismo no sólo deja muerte y dolor, impregna de
tristeza la vida misma de los hombres y hace que las cosas ya no sean igual en
lo adelante. Decenas de barcos pesqueros fueron secuestrados y hundidos. Varios
pescadores fueron asesinados y heridos. Muchos hogares fueron empujados al luto
y el golpe siempre vino del Norte, de forma alevosa y artera. Basta con recordar
tanta infamia para comprender que, a pesar de todo, no se pudo acabar con la
vida. Los barcos continuaron saliendo hacia el mar y los hombres humildes
apostaron por el futuro, por su genuino derecho a trabajar y cosechar en las
oscuras aguas una vida más luminosa para ellos y para los suyos.
Todo comenzó, pues, muy temprano. Cuba emergía cargada de optimismo y dispuesta
a enfrentar la obcecada guerra terrorista de sus enemigos. Los terroristas, por
su parte, se empeñaron en causar dolor y desaliento entre estos hombres
humildes.
● El 13 de febrero de 1962 fueron tiroteadas en el Banco de cayo Sal las
lanchas pesqueras “Sigma I” y “Sigma IV”, pertenecientes a una cooperativa de
Cárdenas, en Matanzas. Nadie dudó que la lancha agresora provenía de la Florida.
● El 19 de febrero de ese mismo año fue secuestrada y conducida a EE UU una
lancha pesquera cubana nombrada “Dos amigos”, perteneciente a una cooperativa de
Cojimar.
● El 13 de octubre de 1962 fue atacada una embarcación pesquera y heridos dos
de sus ocupantes: Filiberto Suárez Lima y Miguel Cao Medina. La nave agresora
los condujo a Miami, donde permanecieron cerca de un mes. El gobierno
norteamericano no procesó a los terroristas ni condenó este cruel ataque con
ametralladoras de grueso calibre contra una desarmada nave de pesca cubana.
● El 13 de febrero de 1963 fueron atacadas las embarcaciones pesqueras
cubanas “Sigma 2” y “Sigma 15” por una lancha procedente de la Florida. Luego de
apoderarse de ambas embarcaciones, sus tripulantes fueron abandonados en Cayo
Elbow, en las Bahamas. No les importó a los agresores, pertenecientes a la mafia
terrorista de Miami, abandonar a su suerte a los heridos pescadores y hermanos
Armando y Ramón López Ruíz.
● El 1 de agosto de 1963 fueron atacadas tres pequeñas embarcaciones pesqueras
cubanas en la zona de cayo Galindo, provincia de Matanzas, por una lancha
artillada proveniente de Estados Unidos.
● El 8 de junio de 1964 fueron heridos varios pescadores como resultado del
ataque de una lancha artillada contra su embarcación en la zona de Bahía de
Cádiz, Matanzas.
● El 13 de junio de 1964 se produjo un ataque que ocasionó el hundimiento de
la nave pesquera nombrada “Armando II”, cerca de Isabela de Sagua, hecho que
produjo heridas en dos humildes pescadores cubanos.
● El 8 de octubre de ese mismo año fue atacada por una lancha pirata la
embarcación pesquera “Carlos Reitor”, resultando herido el patrón de la misma.
● Al día siguiente, 9 de octubre, fue atacada la embarcación “Hecta I” Sigma,
perteneciente a una cooperativa radicada en la provincia de Camagüey, y sus
tripulantes abandonados en alta mar.
● El 12 de marzo de 1966 fueron hundidos en alta mar los barcos pesqueros
“Lambda 2” y “Lambda 17”, pertenecientes a la Flota del Golfo de Cuba, al ser
embestidos por la nave “Santa Marina”, procedente de los Estados Unidos.
● El 27 de junio de 1966 fue asesinado un pescador en la zona de los Cayos de
San Felipe, Pinar del Río, al ser abordada su embarcación, el “Alberto”, por un
grupo terrorista.
● El 21 de abril de 1968 fueron hundidas dos embarcaciones, los “Lambda 72” y
“Lambda 100”, pertenecientes a la Escuela “Andrés González Lines” por una nave
pirata `procedente de la Florida. El criminal hecho tuvo lugar cerca de cayo
Cruz del Padre, Cárdenas, Matanzas.
● El 10 de mayo de 1970 fueron atacadas por lanchas piratas las embarcaciones
pesqueras cubanas “Plataforma i” y “Plataforma IV”, pertenecientes a una
cooperativa de Caibarién. Luego de ser hundidas por terroristas pertenecientes a
la organización “Alpha 66”, los once pescadores fueron secuestrados en un islote
de las Bahamas y posteriormente abandonados.
● El 10 de octubre de 1972 fueron atacadas las embarcaciones pesqueras “Aguja”
y “Plataforma IV” por lanchas piratas artilladas. Luego de secuestrar a sus once
pescadores, los abandonaron en alta mar. Uno de ellos, Amado Jiménez, fue
salvajemente acuchillado en la garganta.
● El 28 de enero de 1973 fue atacado el pesquero “Plataforma I” por una nave
pirata que utilizó armas de grueso calibre y granadas.
● El 4 de octubre de ese mismo año fueron atacados los pesqueros “Cayo Largo
17” y “Cayo Largo 34” por naves piratas procedentes de la Florida y tripuladas
por miembros de la terrorista organización denominada “Frente Nacional de
Liberación de Cuba”. Como resultado de la agresión fue asesinado el pescador
Roberto Torna Mirabal. Posteriormente, los humildes pescadores fueron
abandonados en balsas de goma, sin agua ni alimentos.
● El 6 de abril de 1976 fueron atacadas las naves pesqueras “Ferro 119” y
“Ferro 123” por una lancha pirata procedente de Estados Unidos, mientras se
encontraban pescando cerca de cayo Sal, en las Bahamas. Como resultado de la
criminal agresión murió el pescador Bienvenido Mauriz Díaz, de 28 años de edad,
y fueron heridos otros tres humildes pescadores, uno de los cuales falleció con
posterioridad. Luego del ataque fueron abandonados y recogidos por un mercante
de bandera noruega, el que los condujo a Miami. Resueltos y en compañía del
cadáver de su camarada, los pescadores reclamaron el regreso a la Patria. Por
supuesto, las autoridades norteamericanas ni investigaron ni detuvieron a los
agresores.
● El 10 de mayo de 1980 fue asesinado otro pescador cuando fueron atacados los
pesqueros “FC 154” y “FC 165”, en las cercanías de de la Bahía de Samá, en
Holguín, por una nave pirata procedente de la Florida.
Al conocer estos hechos, se pone al desnudo la infamia esgrimida por los
terroristas radicados en Miami de que nunca han atentado contra el pueblo y sólo
lo han hecho contra representantes del gobierno cubano. Sus crímenes estuvieron
dirigidos contra gente humilde cuya única culpa lo fue el haber sido
dignificados por la Revolución.
Estos hombres salieron hacia el mar en busca del sostén para sus familias y
para su pueblo. El mar los acogió como a hijos pródigos y les dio lo mejor de sí
como una madre buena y comprensiva. Sin embargo, del mar vino la muerte no
esperada y el dolor injusto.
Mucho se ha dicho en la prensa norteamericana de la gente que muere al cruzar
el estrecho de la Florida, alentada por la Ley criminal de Ajuste Cubano,
acusando a Cuba de ser la causante de estos males. Esa misma prensa
sensacionalista, sin embargo, nunca se dignó a denunciar estos crímenes y la
muerte de pescadores humildes en ese mismo mar. Hacerlo sería, por supuesto,
reconocer las culpas de la mafia cubano americana y de sus amos, los que se
pasean impunemente en Miami con las manos manchadas de sangre y cargados de
rencor y odio hacia los cubanos buenos como los humildes pescadores y el resto
del pueblo. El mar es testigo de todo esto y sigue recibiendo a estos hombres
cargados de esperanza con la promesa de una bondadosa faena y un provenir
luminoso y seguro.