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LA AMNESIA DESVERGONZADA Y RECURRENTE DE LUIS POSADA
CARRILES.
Parece ser que es cierto. Luis Posada Carriles está gravemente enfermo: padece
de una amnesia recurrente, rayana en la desvengûenza, que le impide reconocer su
largo historial como terrorista. Hoy, detenido en la prisión El Renacer, en
Panamá, pretende haber olvidado todo el daño que ha hecho a decenas de hogares
cubanos y adopta la posición de “yo no fui”. Entre lamentos y gestos mal
ensayados, se presenta ante los periodistas como la víctima de varias
maquinaciones de su jurado enemigo, según él, Fidel Castro Ruz. En su
acostumbrado y ya casi gastado discurso político de los últimos meses, recurre a
un rosario de falsedades que llegan a mover a la burla de los periodistas que lo
entrevistan y, contrario a la lástima y conmiseración que espera lograr, crean
en la gente la impresión de oír a una persona sin escrúpulos y dispuesta a
proyectar en otros sus males y culpas. No bien conoció sobre la acusación
lanzada por el salvadoreño Raúl Ernesto Cruz León, autor material de varios de
los atentados terroristas contra hoteles cubanos, en la que lo estigmatiza como
“el padre de los terroristas”, Posada Carriles envió un fax a la Agencia
Francesa de Prensa. Esta apresurada declaración mueve a la risa por lo incierto
de sus argumentos y por la evidente falsedad de los mismos. En esencia, ellos
son:
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“Lo cierto es que esta inventada declaración sale a luz pública seis años
después que el pobre joven salvadoreño fue arrestado, juzgado y condenado a
muerte por los draconianos tribunales revolucionarios de Castro”, dice en su
panfleto. Parece ser que Posada olvidó que él mismo contribuyó a condenar a Cruz
León cuando expresó, a un canal hispano de Miami, que esta persona había sido
contratada por un subordinado suyo para colocar bombas en hoteles habaneros. Hoy
dijo desconocer totalmente al salvadoreño y estar desvinculado con su suerte.
Olvidó haber reconocido públicamente que este terrorista fue contratado por
dinero de la Fundación, entregado por él a un colega suyo y cuyo destino fue
sufragar los gastos del centroamericano y pagarle por el trabajo sucio y
criminal. Es por ello que indigna cuando dice: “No conozco al joven salvadoreño
Cruz León y lamento su situación”. Sin embargo, su cinismo llega al límite
cuando se atreve a manifestar: “Condeno enérgicamente al régimen castrista por
atrapar a este joven”.
Aún recuerdo el “¡Hijo de puta!” escapado de la boca del salvadoreño cuando
se escucharon en la sala del tribunal declaraciones de Posada Carriles sobre su
caso. De hecho expresó que no le importaba la suerte del salvadoreño pues él
actuó por dinero y ya tenía firmada la sentencia de muerte.
Como puede apreciarse, hoy Posada olvida lo dicho antes y dice apenarse por
Cruz León. Al fin parece despertarle un poco de lástima y aflicción con el
mercenario contratado por él para realizar crímenes repudiables en Cuba. Se
atreve a condenar, incluso, su apresamiento y condena. Creo que un comentario al
respecto no merece hacerse para no lastimar nuestra propia capacidad de soportar
el infundio.
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“Repudio al terrorismo como táctica de lucha”, manifestó siguiendo las
orientaciones de su abogado Rogelio Cruz en un intento por parecer ante la
opinión pública como un ciudadano pacífico y sin delito alguno. Todo el mundo
conoce sobradamente su participación en decena de actos terroristas y no voy a
abundar en ello. Me limitaré solamente a exponer dos cuestiones que echan por
tierra tan falaz declaración:
En primer lugar, el propio Posada Carriles expresó a
Ann Louise Bardach y Larry Rohter, periodistas del New York Times, en una
entrevista realizada en 1998, lo siguiente: ”Nuestro trabajo es proveer
inspiración y explosivos al pueblo cubano”. Quien así se expresó en aquella
ocasión, hoy dice ser un inocente que repele al terrorismo. ¡Vaya descaro!
En segundo lugar, nadie mejor que yo para desmentir sus expresiones de hoy, pues
en noviembre de 1994 fui entrenado por él y por Jiménez Escobedo, en el Hotel
Camino Real de Ciudad Guatemala, y abastecido de dos poderosas cargas
explosivas, por encargo de los directivos de la FNCA, para ser colocadas en el
Cabaret Tropicana de la Habana. Es por ello que me llama la atención el hecho de
que Posada, si bien se atrevió a desmentir a Cruz León, nunca ha dicho palabra
alguna sobre mis acusaciones. Él sabe que no puede hacerlo, pues le falta fuerza
moral para hacerlo.
No me cabe duda, sin embargo, que Cruz León fue
impreciso en su calificativo. Posada Carriles no es propiamente el “padre de los
terroristas” y en esto disiento de él. Será, a lo mejor, un hijo pródigo de los
padres del terrorismo, es decir, la extensa lista de autores intelectuales del
terrorismo contra Cuba entre los que se encuentran presidentes norteamericanos,
los jefes de “Bambi” en la CIA, sus financiadores de la FNCA y muchos otros. El
simplemente es un producto bien formado de estos criminales y, como tal, ha
actuado sin los escrúpulos y la desvergüenza con los que fue entrenado. Él, a
qué negarlo, es parte de la prole criminal que integran Orlando Bosch, José
Basulto, Félix Rodríguez, Nelsy Ignacio Castro Matos, Ramón Saúl Sánchez,
Rodolfo Frómeta y muchos más de los que deambulan impunemente por las calles de
Miami. Los padres pues, amigo lector, búsquelos más al norte. Allí están, sin
lugar a dudas.

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