¿Qué destino espera a las iniciativas de Bush para acelerar la
transición democrática en Cuba, a la luz del 45 Aniversario de la
Revolución Cubana?
Cuando se
han cumplido sesenta días exactamente del momento en que George W. Bush,
actual presidente de Estados Unidos, lanzara sus “iniciativas para
acelerar la transición democrática en Cuba”, las que no amedrentaron a
los revolucionarios cubanos y llenaron sin embargo de falsas esperanzas
a los mafiosos de Miami, nuevos hechos ponen sobre el tapete la
irracionalidad de la política yanqui hacia la Isla.
Aquel 10
de octubre, rodeado de una selecta representación de mafiosos y
“gusanos”, el presidente norteamericano sacudió la Rosaleda de la Casa
Blanca con una histérica arenga: “Cuba debe cambiar”. Ante los
eufóricos gritos y descompasados aplausos de gente con sucios
antecedentes terroristas, dudosos historiales políticos y prestos
siempre a meter la mano donde haya algo de easy money, el nuevo fuhrer,
embriagado por un rápido triunfo en Iraq y olvidando los continuos
ataques de la resistencia contra sus soldados, prometió una vida efímera
a la Revolución Cubana a partir de ese momento.
Las
nuevas iniciativas formuladas por Bush, fundamentadas en una clara
intención electorera, bosquejaban planes dirigidos a aumentar las
presiones sobre la Isla, donde el pueblo se aprestaba a alcanzar el 45
Aniversario de su Revolución, en acontecimiento más radical y
transformador en toda su historia. No estaban dirigidas sólo a presionar
a los cubanos sino que, en abierta violación de las libertades
democráticas de sus conciudadanos, les negaban a los norteamericanos la
posibilidad de conocer de cerca la verdadera realidad cubana y de
negociar libremente con la Isla.
En tal
sentido, la primera de estas iniciativas estaba dirigida a reforzar la
aplicación de las restricciones a los norteamericanos de viajar a Cuba.
Con la falsa justificación de que el turismo ilegal “perpetúa la miseria
del pueblo cubano”, Bush violaba los derechos constitucionales de sus
compatriotas bajo las más abiertas y claras amenazas.
Otra
iniciativa fue la de “ayudar a los cubanos a llegar sanos y salvos a
estados Unidos”, mediante la creación de supuestas facilidades para
fomentar y reforzar la emigración legal hacia Estados Unidos. Es la
misma mentira repetida tantas veces, que pone a prueba la inconsistencia
y falta de seriedad de la política migratoria norteamericana hacia los
cubanos de la Isla. La existencia de la criminal Ley de Ajuste Cubano,
el mantenimiento de la teoría de “la olla de presión”, la estimulación a
la emigración ilegal y el incumplimiento sistemático de las cuotas
establecidas en los Acuerdos Migratorios, han sido factores
omnipresentes en su percepción sobre el problema migratorio cubano. Por
ello, luego de dos meses de esta promesa, no se avizoran cambios
sustanciales en la política norteamericana al respecto.
Otra de
las medidas cacareadas por Bush fue la creación de una Comisión de Ayuda
a una Cuba Libre, co-dirigida por Colin Powell, Secretario de Estado, y
Mel Martínez, Secretario de Vivienda. De acuerdo con sus palabras, este
grupo de evidentes procónsules se dedicarían a trazar “planes para el
día feliz cuando el régimen de castro ya no exista y la democracia
llegue a la Isla”. Esta Comisión, dando muestras de la total
subestimación hacia los cubanos propia de sus amos yanquis y de la
irracional prepotencia que los caracteriza, se encargará de ayudar a los
cubanos a enfrentar los nuevos retos de la supuesta época post
castrista.
También
insistió Bush en esta oportunidad, en el compromiso norteamericano de
usar todos los recursos a su alcance para aislar a Cuba en el terreno
internacional, así como apoyar decididamente a sus servidores dentro de
Cuba, la quinta columna contrarrevolucionaria, con todo tipo de ayuda.
Para contrarrestar un inexistente bloqueo informativo del gobierno,
Estados Unidos hará todo tipo de esfuerzo para hacer funcionales las
transmisiones de Radio y TV Martí, estimulará la propaganda a través de
Internet, así como enviará libros, folletos y toda suerte de libelos
contrarrevolucionarios.
Hasta aquí
lo sucedido aquel 10 de octubre del 2003, en que el presidente
norteamericano repartió promesas y sonrisas a cambio de futuros votos
electorales. Todo fue, sin lugar a dudas, una maniobra desesperada para
contrarrestar la pérdida de popularidad experimentada por él y el
Partido Repúblicano entre los gusanos mafiosos de la Florida.
Ante el desespero de varios representantes de la mafia cubano americana
por el incumplimiento de las promesas hechas en octubre, en un rejuego
fullero y apresurado, se reunió el 5 de diciembre con los miembros de
dicha Comisión. Como quien quiere salir de un atolladero, urgió a sus
integrantes a presentarle el próximo primero de mayo del 2004 un “amplio
programa de ayuda” al pueblo cubano.
Reunido en la Casa Blanca con Powell y Mel Martínez, así como Tom Ridge,
Secretario del Departamento de Seguridad del Territorio Nacional; Tom
Evans, Secretario de Comercio; la Asesora de Seguridad Nacional,
Condolezza Rice; así como representantes de las secretarías de Hacienda,
Defensa, Transporte, Recursos Energéticos, Salud y Servicios Sociales,
la Agencia de Protección Ambiental y la DEA, entre otras, Bush los urgió
a:
►
Seleccionar las vías y métodos para lograr el rápido derrocamiento de la
Revolución Cubana y
►
Establecer los requerimientos de “ayuda” a los cubanos luego del fin de
Castro.
De acuerdo
con esta estrategia anticubana, la Comisión deberá presentar el próximo
primero de mayo sus consideraciones sobre:
·
¿Cómo lograr un final pacífico y rápido del gobierno socialista en Cuba?
·
¿Cómo establecer instituciones “democráticas”, el respeto a los
derechos humanos y la vigencia de la ley?
·
¿Cuál será la forma más adecuada para crear instituciones básicas para
una economía de mercado?
·
¿Cómo modernizar las infraestructuras del país?
·
¿Cómo atender las necesidades básicas en las áreas de salud, educación,
vivienda y servicios sociales?
Al
comentar esta información ofrecida el día 8 de diciembre por la Oficina
de prensa de la Casa Blanca, uno no puede menos que sorprenderse por la
falta de objetividad de la actual administración norteamericana. ¿Será
que acaso no les han servido para nada las lecciones históricas sobre la
imposibilidad de derrocar a la revolución Cubana durante las últimas
cuatro décadas? Cuando esa Revolución arriba a su 45 cumpleaños, más
fortalecida y joven que nunca, es una insensatez pretender destruirla
con las mismas añejas maniobras, con idénticas e ilusas pretensiones que
abrigaron los 10 anteriores presidentes norteamericanos y, sobre todo,
con un total desconocimiento o falta de reconocimiento de la realidad
cubana.
Fidel dijo
al respecto hace unos días, durante la celebración del acto en ocasión
del cumpleaños del niño Elián González y del Cuarto Aniversario de la
Batalla de Ideas, el pasado día 5 de diciembre, al referirse a esta
reunión efectuada en la Casa Blanca: “”Hablan como si se creyeran de
verdad que esta Revolución se cae mañana, que este país no puede
resistir. ¡No se dan cuenta de la causa, la realidad y la fuerza de la
Revolución Cubana!” Y Fidel tiene razón: mientras el pueblo apoye a la
Revolución, jamás podrá ser destruida ni por ésta ni por todas las
comisiones que inventen Bush y su camarilla.
Mueve a la
risa, de la misma forma, que Bush tome como fecha para recibir las
conclusiones de la Comisión el Primero de Mayo, día de combate para los
cubanos, día de reafirmación revolucionaria. No me cabe duda, pues, que
ese día saldrán millones de cubanos a las calles para ratificarle, una
vez más, su total apoyo a Fidel y a la Revolución. De eso, no tengo la
menor duda.
Para no
quedarse atrás en la implementación de las medidas anticubanas, y en un
alarde de reforzamiento del bloqueo criminal contra la Isla, el gobierno
norteamericano envió a su Subsecretario de Seguridad del Territorio
Nacional (DHS), Asa Hutchinson, el día de ayer a la ciudad de Miami. En
otra maniobra para congraciarse con la mafia terrorista miamense, este
funcionario presentó un balance sobre el trabajo realizado por el
gobierno con vistas a reforzar las restricciones sobre los viajes a
Cuba. En los dos últimos meses, según él, se realizaron más de 45 000
inspecciones a cerca de 54 000 viajeros.
De
acuerdo con este funcionario, los agentes de la Oficina de Protección de
Aduanas y Fronteras de Estados Unidos (CBP) y del Departamento de
Seguridad del Territorio Nacional (DHS) detectaron en sólo dos meses
cerca de 600 infracciones a la política de embargo contra Cuba,
fortalecida por Bush a partir del 10 de octubre.
Como resultado de las 45 160 inspecciones efectuadas en los Aeropuertos
Internacional John F. Kennedy (New York), Internacional de los Ángeles
y el Internacional de Miami, realizadas a 971 vuelos y 54 160 pasajeros,
se comprobó que:
·
171 personas intentaban viajar a Cuba, en viajes de salida, sin las
licencias de la OFAC, lo que representaba violar las restricciones
establecidas por el gobierno de Bush. A todas ellas se les somete a
sanciones civiles en franca violación a sus libertades individuales.
·
44 personas habían viajado a Cuba sin autorización expresa, por lo que
serán sometidas a fuertes multas y otras sanciones.
Esta
cacería de brujas en los aeropuertos norteamericanos, denunciada en
varias oportunidades, viola derechos constitucionales de ciudadanos
norteamericanos, por cuanto les privan de su derecho a viajar
libremente. A la par, les frustra la posibilidad de conocer la verdadera
realidad cubana y de descubrir los valores turísticos, sociales y
culturales de los cubanos. Por ello, quienes han gastado miles de letras
y páginas sobre “telones de acero”, “telones de hierro”, “cortinas de
acero” y otras tantas invenciones mediáticas y desinformativas, ponen
hoy una criminal cortina de fuerza contra sus propios conciudadanos.A
pesar de ello, del endurecimiento de las sanciones a viajar a Cuba,
miles de norteamericanos desoyen tan inaceptables medidas y validan su
derecho constitucional a hacerlo, desafiando al intolerante morador de
la Casa Blanca.
De tal manera, amigo lector, puedo concluir que las medidas anticubanas
formuladas por Bush aquel 10 de octubre del 2003, de nada han servido.
La Revolución Cubana está más consolidada que nunca y el pueblo espera
el 45 Aniversario de su triunfo más unido a Fidel y apostando sin dudas
al futuro. Esa es la más completa verdad.
