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El sagrado
oficio de defender a la verdad
Cuando apenas faltan unos
pocos días para culminar el 2003, no cabe la menor duda de que éste ha
sido un año de permanentes ataques contra Cuba por parte de sus más
recalcitrantes enemigos, entre los que se destacaron los apologistas
del terrorismo mediático e ideológico. Día tras días aparecieron en la
gran prensa de los principales países capitalistas, donde encuentran
preferido espacio la pluma detractora y la mentira mal montada, los
mismos manidos y gastados argumentos en relación con supuestas
violaciones de los derechos humanos en la Isla, juicios sumarísimos,
torturas y maltratos a prisioneros “políticos” y otra sarta de
falacias. A esa alharaca de falsas acusaciones se sumaron gobiernos
europeos, representantes de la fascista administración norteamericana y
los voceros de la contrarrevolución cubana radicados en Miami.
Muchos pensaron que Cuba no
resistiría. Apostaron a una rápida debacle o al abandono de su
socialismo, ante la amenaza de nuevas agresiones, incluso el ataque
militar al estilo yanqui en Irak. Así lo reclamaron, incluso, varios
gusanos en las calles de la Florida. Sin embargo, a pesar de todo
este andamiaje de guerra ideológica, sustentado en la guerra económica
aún más exacerbada por las medidas anticubanas implementadas por Bush
durante este año, el pueblo cubano se mantuvo defendiendo a su sistema
político y llevando a cabo importantes transformaciones en su sociedad
a partir de los Programas sociales de la Revolución.
No importaron pues los
enconados ataques y chantajes de la Unión Europea, dentro de la cual se
destacaron los gobiernos de España, Italia, Francia, República Checa y
Polonia. Tampoco hicieron mella en los cubanos la labor provocadora de
un grupúsculo de representantes de la quinta columna
contrarrevolucionaria, sostenida y organizada por los jefes de la
Sección de Intereses de los Estados Unidos en la Habana, como tampoco
las acusaciones e infamias de seudo “luchadores por la libertad” como
Reporteros sin Fronteras, Hombres en Emergencia y Unione por la Libertá
a Cuba.
No importó tampoco el
lenguaje agresivo anticubano empleado por George W. Bush, ni el usado
por sus tracatanes de turno dentro de la administración como Colin
Powell, Noriega, Otto Reich y otros. Cuba se mantuvo firme y ejerciendo
su honroso oficio de ser solidaria y una digna opción para otros países
dependientes del imperialismo.
Si pretendieron
aislar a Cuba, no lo lograron. Si pretendieron ilusamente rendirla,
tampoco lo lograron. La guerra ideológica implementada desde diversos
frentes en la arena internacional confundió a algunos al inicio, pero la
gran mayoría de los amigos de Cuba se mantuvo junto a ella. Fue, sin
lugar a dudas, una contienda compleja a favor de la verdad, en la que lo
más sobresaliente ha sido la resistencia de los cubanos y la fidelidad
sin tacha de quienes apostaron por ser solidarios con la Isla.
Hoy pues, cuando culmina el
2003, es digno recordar con gratitud y admiración a todos aquellos que,
oponiéndose a la poderosa campaña mediática contra Cuba, mantuvieron la
llama de la solidaridad con sus hermanos cubanos desde muchos sitios
alternativos que sirvieron de trinchera a la verdad y a la justicia.
Allí se defendió a Cuba día tras día y sus páginas sirvieron dignamente
a los cubanos al ofrecer la verdadera realidad de la Isla. Allí se
reclamó la liberación de los Cinco Héroes cubanos prisioneros
injustamente en cárceles norteamericanas. Allí también se habló de
optimismo y de justicia, de solidaridad y de denuncia, de luchas
sociales y esperanzas.
Rebelión
se destacó en esa batalla. Muchas veces, con grandes esfuerzos y
dedicación personal, hablaron de la verdad cubana, de la que ocultan y
silencian los grandes medios en el mundo. Adolfo Mena, Pascual Serrano y
otros, le ofrecieron un espacio a esa verdad sin pedir nada a cambio.
Fueron movidos por el interés sagrado de hablar a favor de los agredidos
y los justos, y en ese empeño lograron un sitio que fue visitado por
cerca de ocho millones de personas.
Rodelú ,
La Haine, Cuestiones de América, el Portal de Negocios,
La Fogata, Amasu, Othlo, Intercessio,
Cuba si, Info Edizioni Achab, etc., han sido espacios a favor
de la verdad. Hombres y mujeres sencillos como Lis Salamanca, Alejandro
Penchef, Hugo de Pedro, Paolo Rossignolli, Aldo Galvano y tantos otros,
pusieron su esfuerzo a favor de la denuncia sobre el terrorismo
sostenido contra los cubanos y el amor de su pueblo a la Revolución. No
callaron nada. Simplemente dejaron a la verdad salir a flote y la
ofrecieron abierta y clara al mundo. De ellos es también parte el mérito
de esa enconada resistencia de los cubanos y la certeza de que Cuba será
siendo un faro eterno para los explotados y necesitados en todo el
mundo. Vaya pues, a todos ellos, un fuerte abrazo solidario en este 45
Aniversario del Triunfo de la Revolución Cubana.
Y aquí, en el patio
donde caben las más bellas utopías, también varios sitios en Internet se
destacaron en la batalla por enfrentar al terrorismo mediático contra
Cuba. Un grupo de hombres y mujeres, dedicados al periodismo unos y
aprendices otros (como yo), cubanos y extranjeros, dedicaron las más
valiosas horas a ese enfrentamiento desde la trinchera de los dignos.
Así, como resultado de esa toma de conciencia, surgió Cubadebate. cu,
sitio alternativo contra el terrorismo mediático. A sólo cuatro meses de
existencia, este sitio ha alcanzado la asombrosa cifra de medio millón
de visitantes y cuenta hoy con la colaboración de los más prestigiosos
intelectuales, periodistas y luchadores de todo el mundo. Allí, a fuer
de ser sincero, conocí la nobleza y entrega de gente como Randy, Rosa
Miriam, Arleen, Hojas, Garrincha, Livia, Aixa, Renato, Lázaro Barredo,
José Luis, Julio, Guillermo “Tell”, Jean Guy, Bernie, Joseph, y tantos
otros hermanos y hermanas, a quienes dignifica, por encima de todo, el
sagrado oficio de decir la verdad.
Hoy, cuando acaba el 2003,
a todos nosotros nos honra el sano privilegio de haber estado y seguir
estando precisamente allí, donde hemos sido más necesarios a nuestro
pueblo. Eso es más que suficiente.

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