EL TERRORISMO ANTICULTURAL DE LA MAFIA CUBANO AMERICANA DE MIAMI.
La cuarta edición de los premios Grammy comenzó a
efectuarse en la ciudad de Miami con la ausencia de un grupo de músicos cubanos
residentes en la Isla o que desarrollan su actividad artística en el exterior
sin haberse vinculado a los permanentes ataques contra su Patria. Para todos es
conocido que, aún habiéndose entregado la solicitud de visas el pasado 4 de
agosto, ninguno de ellos recibió la necesaria carta de invitación por parte de
los directivos de la Academia de Artes y Ciencias de la Grabación (LARAS),
organizadora del evento, ni las visas esperadas.
Una vez más el gobierno norteamericano y, en esta
ocasión, LARAS, cedieron ante las presiones de la mafia terrorista de Miami que
en esta oportunidad hizo uso de las más ruines presiones, a la par que
amenazaron con realizar manifestaciones de repudio contra los participantes
cubanos en la ceremonia.
Se cerró de esta
forma un capítulo en que la única perjudicada es la cultura y también el pueblo
de la ciudad floridana, privado de esta forma de acercarse a sus raíces más
genuinas, perdurables en muchos de ellos. La nominación de músicos,
compositores e intérpretes cubanos a estos premios es la expresión innegable de
los profundos valores de la música cubana, del carácter universal de su mensaje
artístico y de la profunda raigambre de la cubana a lo largo del tiempo y del
mundo.
Ya en el año 2002 se había intentado realizar esta
ceremonia en Miami, pero las profundas contradicciones expresadas entre los
diferentes sectores cubanos americanos de esta ciudad, así como la actitud
intolerante de la mafia, forzaron el traslado del evento a la ciudad de los
Ángeles. En esta oportunidad, sin embargo, LARAS cedió a las presiones de la
ultraderecha miamense y los cubanos no fueron invitados al certamen.
Para quien analice estos hechos, todo puede quedar
como un capítulo aislado en el diferendo entre Cuba y los Estados Unidos, o,
simplemente, un paso más del cumplimiento norteamericano de los compromisos con
la mafia terrorista de Miami. La verdad no es exactamente esa. La negación de la
participación de los artistas cubanos a los Grammy es la expresión de un
terrorismo continuado y recurrente empleado por la mafia de Miami contra la
cultura cubana. Es, sin lugar a dudas, el colofón del accionar del terrorismo
anticultura de esta mafia.
Existen varios
hechos que demuestran que la mafia terrorista de Miami se ha propuesto atacar a
la cultura cubana entre uno de sus objetivos más concretos. Prueba de ello lo es
la actividad terrorista desarrollada en los últimos años contra todo aquello que
signifique un posible acercamiento de Cuba con la comunidad cubano americana
residente en los Estados Unidos, siendo las expresiones artísticas y culturales
uno de sus blancos preferidos.
(1979) Agresión armada contra los espectadores que
veían la proyección del filme cubano Memorias del subdesarrollo.
(1989 y 1990) Estos años sellan la década de
impunidad del terrorismo anticubano con la explosión de una potente bomba en el
Museo Cubano de Arte y Cultura.
(1996) Estalla bomba en el Centro Vasco ante la
actuación de la cantante cubana Rosita Fornés.
(1998) Amenaza de bomba contra centros nocturnos en
los que actuarían artistas cubanos como Compay Segundo y Manolín “El médico de
la Salsa”. Las amenazas se consumaron con la explosión en Amnesia, centro
nocturno de Miami Beach, de un medio incendiario.
Estos son sólo algunos de los hechos que demuestran
el odio acérrimo de los representantes de la mafia terrorista contra todo
aquello que se relacione con Cuba. No importa que el atentado se dirija contra
un artista, contra una obra de arte o cualquier expresión de la cubana digna e
independiente. Lo esencial, para ellos, es dañar a Cuba. Lo demás no importa.
Al cerrase este bochornoso capítulo, a uno le queda
la satisfacción de que la cultura cubana salió indemne de este nuevo ataque
terrorista. El mundo comprendió la esencia fascista de los reaccionarios que se
opusieron a la presencia de los cubanos en el Grammy, cuyas maniobras no
pudieron afectar el respeto y admiración que sienten los pueblos por la cultura
cubana.
Bastaría, pues,
con retomar un fragmento de la declaración de la Unión de Escritores y Artistas
de Cuba, para comprender que la maniobra fracasó: “Pertenecemos a un pueblo
digno, pacífico y culto, cuya Revolución ha fomentado y promovido el talento
artístico y la cultura plural. Denunciamos con indignación este nuevo ultraje
inequívocamente reaccionario y anticultural.”
Así, amigos míos, cierro este comentario,
adhiriéndome plenamente al reclamo de la UNEAC, haciendo uso de mi pertenencia
solidaria a la misma. También, a qué negarlo, saboreando este hecho que, más
que fracaso, fue una victoria de los que aman el arte y la cultura como puentes
de amistad entre los hombres. La cultura vivirá por encima de las mordazas que
quieran imponerle unos aprendices goebelianos de la injusticia y el terror.