UN POETA A CUBA

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DESNUDARSE FRENTE A EXTRAÑOS
                                                          al amigo Lázaro Sarmiento, por crónica homónima
 
I
La relación dura unos minutos
               (por sus ojos pasan mis sonrisas dibujadas
                las poses que me ensayé)
 
ella
     (testigo de los cuerpos amados)
atiende decenas de peticiones
 
acumula miles de gestos
                                        camisas
                                                     aeropuertos
                              azules
                    labios
        dientes
 
borra ese edificio      la escena
a más, la última:
                      frente al espejo
 
pago su trabajo   ―estoy complacido―
 
ella
dirige su atención hacia otros rostros
nuevas vidas
              (¿recordará      mañana      que tiré piedras al río?)
 
sobre bajo el brazo
con esa ilusión de quien entra en la inmortalidad
camino por La Habana
 
(la labor continúa para la editora de fotografías).
 

II
Félido
matarás sobre el arcoiris
te devolverás en sangre y sueños
a ambos lados de la vía
 
buscarás a quien te busca
encontrarás a quien te encuentra
todo el tiempo
estrellando dioses como búcaros
 
(asusta el que no tengas rostro
 o sólo ese
 el que yo necesito ver).
 

III
Sin rastro queda
(ya sin cuerpo)
la habitación del hotel que nos amaneció
 
aquel banco del parque
que dejamos en espera
y ahora se desquita.
 

IV
Soledad tiene música propia
colores oportunos
     (no es sólo melancolía
      pérdida
      un rincón)
 
soledad, de bruces sobre azoteas
niega el tener que ser
criatura en constante celo
      (cuando dos desesperados se encuentran
        no necesariamente convergen)
 
sobre el pavimento quedan
las virtudes canjeadas
una copa olvidada, presta aun
al brindis definitivo
 
soledad
 
(desde pequeño me regalan
  soldaditos de plomo).
 

V
Magia espontánea
 
la luna (vestida de hoy noche)
está sentada en la ventana
 
              contempla las mareas
              paredes que estallan
              sábanas que se incineran
              (queda al descubierto entre artificios)
 
poco a poco
vuelven a transitar automóviles
personas
 
una hoja se despide del árbol
 
(es el momento más difícil:
  inscribirse en los recuerdos).
 

VI
Esperando que la noche nos ampare
rompemos luminarias
 
                  ¿tengo derecho
                   a mal pensar?
 
cuantos ilusos reunidos
a convenio (todos)
por lo mejor
 
                                   (pronostican lluvias)
 
los sueños,   hoy
no quieren dejarse ver
 
                                    (se ofertan credos en la subasta
                                     se escuda al amor)
 
el mundo no se encierra
en un cuerpo sólo
 
                  ¿valió la pena?
 
Apunta, dispara.
 
 
VII
Junto al heráldico engendro del sobrevivir
yo mismo (tras alguna euforia)
puedo pisotear la flor
y cargar con la pereza del equívoco.
 
© Jorge Bousoño
    La Habana

 

 

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