OSCAR FLAMMINI

 

UN SINDACALISTA ARGENTINO

 

 

 

 

 

 

OBAMA, EL PUEBLO  NORTEAMERICANO Y EL PROCESO MUNDIAL

 

 

Es indudable que para cualquier ser humano del planeta medianamente razonable, despertar una mañana con la novedad de que el energúmeno, borracho de poder y de alcohol, llamado George W Bush (el que ha estado empujando  al mundo al borde del abismo estos últimos 8 años) no es más el presidente de la aun mayor potencia mundial, es un verdadero alivio y una alegría indescriptible. Ello, más allá de no caer en la ingenuidad de creer que las políticas del imperio son  pura y absolutamente responsabilidad de Bush, tanto como no lo van a ser de Obama.

 

De todas formas, el sentimiento es licito, como es licito también, valorar positivamente  la esperanza y las aspiraciones de cambio expresadas por esa multitud que acompaño la Asunción del nuevo presidente Barak Obama. Pareciera evidente – y esto es un factor importante a tener en cuenta – que detrás de esa alegría popular que llevo a los norteamericanos parcos en manifestaciones políticas , escépticos respecto a su dirigencia y habitualmente desinformado, a ganar la calle, hay una profunda aspiración de cambiar  el rumbo que  ha llevado a esta nación a una crisis que no conocía  desde los años 30 y que la mantiene empantanada en guerras inauditas que la desangran económicamente y de las que tienen la clara percepción de estar siendo derrotados.

 

Creo que las consideraciones precedentes no dejan de tener importancia a la hora de analizar los posibles rumbos de la politica del nuevo presidente de los EE.UU y las perspectivas de un complejo proceso mundial en el que este poderoso país va a seguir teniendo, para bien o para mal, una incidencia significativa.

Cuando el comandante Fidel Castro – uno de los estratega político y militar más lucido y brillante del siglo – le comenta a la presidenta argentina (según sus declaraciones periodísticas) que Barak Obama  le parecía “una persona sincera y con buenas ideas”, nadie podría suponer una aseveración improvisada, mas bien cabria pensar que el “viejo” comandante esta previendo condiciones objetivas del mundo y del propio EE.UU  en las que asume Obama que lo obligan a cambiar el rumbo o enfrentar un fracaso, tal vez definitivo, eso mas allá de Obama y de sus mas o menos sinceras convicciones.

 

No obstante lo señalado anteriormente, ello no nos exime de observar la realidad y tratar de ver los hechos objetivos que ha protagonizado el nuevo presidente, así como las opiniones que ha emitido ante cuestiones que son cruciales para el futuro de la humanidad y para el propio pueblo de EE.UU.

 

Para ser objetivos es necesario no actuar con prejuicios, pero tampoco dejarse deslumbrar por la puesta en escena, al mejor estilo de Holliwod , de una asunción tan sobrecargada de simbología “progresista”, lo que resulto, cuando menos dudoso. Podríamos señalar infinidad de gestos que resultan “simbólicamente” simpáticos pero que no son más que eso si no van acompañados con hechos que se correspondan con ellos : la bendición del reverendo Lowery (compañero de Martin Luther King ); la Biblia con que juro Lincoln;la interpretación del himno de Aretha Franklin (la reina del soul);el cuarteto integrado por un oriental, un negro, un judío y una latina  etc,etc. A ello. hay que agregar, sin duda, una forma coloquial, sencilla y entendible de dirigirse a la gente que genera una corriente de simpatía  además de una  bonita y simpática esposa y dos niños circunspectos lo que completan un cuadro maravilloso.

 

Otro aspecto que no debería influenciar. En un análisis objetivo, es la desmedida cantidad de estupideces –que en una mezcla de sociologismo ramplón y psicologismo lindante con el chusmerio de barrio – desplegaron los medios de difusión siempre atentos a promover el circo (color de piel, origen de padre, creencia religiosa, influencia de abuelas, opiniones sobre gustos musicales etc.)

 

Lo real, objetivo, es que Obama llega a la presidencia en medio de una crisis formidable la cual reconoció parcialmente (respecto a causas y origen) en su discurso: la pérdida de empleos; el cierre de empresas; el problema de la salud; el grave problema del sistema educativo etc. Son, en definitiva,  los reclamos que están en la base del apoyo popular a su figura.

Es evidente que la sociedad norteamericana necesita cambios de fondo y  también es evidente que  no es posible mejorar la situación de los de abajo, sin afectar las fabulosas riquezas ni tocar los intereses de los de arriba. ¿se atreverá Obama? , ¿ podrá hacerlo Obama?, ¿ se movilizara el pueblo norteamericano para exigir y acompañar al presidente? , todos estos son los interrogantes que marcaran la posibilidad o no de un nuevo rumbo.

 

Por ahora el nuevo presidente no denota, en sus discursos, comentarios y declaraciones una disposición definida en esa dirección, antes bien, ha expresado una tendencia a conciliar con los grandes factores de poder.

 

Por otro lado, si nos remitimos al equipo que lo va a acompañar en su gobierno podría aseverarse que si hay algo característico en el es ser una clara expresión de continuidad, la mayoría de los puestos claves esta en manos de personeros de la política anterior : asi vemos en su Consejo de  Asesores Económicos a Lawrence Summer, ex secretario del tesoro de Clinton y artífice de la desregulación financiera, una de las causas de la crisis actual .

Si nos referimos al área de Defensa, allí a ratificado a Robert Gates, designado por Bush para conducir la guerra contra “el terrorismo”, lo que ha llevado a la guerra de Irak y Afganistán y argumento con el cual se sustenta el genocidio de Israel con el pueblo Palestino. Respecto a la política internacional ha hecho una cambio, pero que solo se puede percibir en el color de piel , la señora Hilary Clinton apoyo la guerra en Irak, apoyo la reactivación de la IV flota en el atlántico sur  y se “descolgó” en el Senado contra presidentes de A. Latina democráticamente elegidos por sus pueblos y reafirmados luego en variados plesbicitos (cosa que no sucede en la “democracia” del norte).

 

Todas estas cuestiones, asi como su posición ante el genocidio israelí, su manifestación de “suavizar las restricciones a los viajes y el envio de remesas a Cuba”, pero que no contempla poner fin al embargo y “que podría hablar con Raul Castro siempre y cuando  Cuba se muestre dispuesta a desarrollar las libertades personales en la isla”, vuelven a poner sobre el tapete un discurso soberbio y reaccionario y muestra a EE.UU como “dueño” del mundo y con el derecho de indicar a todas las demás naciones como deben vivir y actuar. Ello, sin duda, hace desconfiar de la simpatía, el color de la piel, los discursos amables y los “simbolismos progresistas”, pero como se suele decir “al rengo hay que dejarlo andar para ver de que pierna cojea”.

 

Mientras tanto prestemos atención a otros simbolismos que si marcan el rumbo de los nuevos tiempos. En ese sentido, no deja de ser significativo que mientras asumía el nuevo presidente del imperio, la presidenta argentina Cristina Fernández de Kichtner visitaba Cuba y Venezuela (cuando en otras épocas hubiesen estado a la expectativa porque si los EE.UU se resfriaba los gobernantes y políticos de argentina estornudaban) con quienes se concretaron un  sin numero de acuerdos económicos. Pero además expreso en dos brillantes discursos, el respeto y el cariño del pueblo argentino por la isla de la libertad, repudio el blokeo del imperio y pidió que sea levantado, y convoco al esfuerzo para concretar la integración de los países de América Latina y generar nuevos paradigmas desde un pensamiento Latinoamericano basado en la igualdad, la democracia, la libertad y el respeto por la cultura de cada pueblo.

 

En definitiva, Obama deberá tomar debida nota que el mundo y posiblemente  la sociedad norteamericana están cambiando de lo contrario le puede ir muy mal, esperemos, para bien de la humanidad, que sea capaz de comprenderlo.

 

 

                                                                                      Oscar Flammini

                                            

 

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