OBAMA, EL PUEBLO NORTEAMERICANO Y EL PROCESO MUNDIAL
Es indudable que para cualquier ser humano del
planeta medianamente razonable, despertar una mañana con la
novedad de que el energúmeno, borracho de poder y de alcohol,
llamado George W Bush (el que ha estado empujando al mundo al
borde del abismo estos últimos 8 años) no es más el presidente
de la aun mayor potencia mundial, es un verdadero alivio y una
alegría indescriptible. Ello, más allá de no caer en la
ingenuidad de creer que las políticas del imperio son pura y
absolutamente responsabilidad de Bush, tanto como no lo van a
ser de Obama.
De todas formas, el sentimiento es licito, como es
licito también, valorar positivamente la esperanza y las
aspiraciones de cambio expresadas por esa multitud que
acompaño
la Asunción
del nuevo presidente Barak Obama. Pareciera evidente – y esto
es un factor importante a tener en cuenta – que detrás de esa
alegría popular que llevo a los norteamericanos parcos en
manifestaciones políticas , escépticos respecto a su
dirigencia y habitualmente desinformado, a ganar la calle, hay
una profunda aspiración de cambiar el rumbo que ha llevado a
esta nación a una crisis que no conocía desde los años 30 y
que la mantiene empantanada en guerras inauditas que la
desangran económicamente y de las que tienen la clara
percepción de estar siendo derrotados.
Creo que las consideraciones precedentes no dejan de
tener importancia a la hora de analizar los posibles rumbos de
la politica del nuevo presidente de los EE.UU y las
perspectivas de un complejo proceso mundial en el que este
poderoso país va a seguir teniendo, para bien o para mal, una
incidencia significativa.
Cuando el comandante Fidel Castro – uno de los
estratega político y militar más lucido y brillante del siglo
– le comenta a la presidenta argentina (según sus
declaraciones periodísticas) que Barak Obama le parecía “una
persona sincera y con buenas ideas”, nadie podría suponer una
aseveración improvisada, mas bien cabria pensar que el “viejo”
comandante esta previendo condiciones objetivas del mundo y
del propio EE.UU en las que asume Obama que lo obligan a
cambiar el rumbo o enfrentar un fracaso, tal vez definitivo,
eso mas allá de Obama y de sus mas o menos sinceras
convicciones.
No obstante lo señalado anteriormente, ello no nos
exime de observar la realidad y tratar de ver los hechos
objetivos que ha protagonizado el nuevo presidente, así como
las opiniones que ha emitido ante cuestiones que son cruciales
para el futuro de la humanidad y para el propio pueblo de
EE.UU.
Para ser objetivos es necesario no actuar con
prejuicios, pero tampoco dejarse deslumbrar por la puesta en
escena, al mejor estilo de Holliwod , de una asunción tan
sobrecargada de simbología “progresista”, lo que resulto,
cuando menos dudoso. Podríamos señalar infinidad de gestos que
resultan “simbólicamente” simpáticos pero que no son más que
eso si no van acompañados con hechos que se correspondan con
ellos : la bendición del reverendo Lowery (compañero de Martin
Luther King );
la Biblia con que juro Lincoln;la interpretación del himno de Aretha
Franklin (la reina del soul);el cuarteto integrado por un
oriental, un negro, un judío y una latina etc,etc. A ello.
hay que agregar, sin duda, una forma coloquial, sencilla y
entendible de dirigirse a la gente que genera una corriente de
simpatía además de una bonita y simpática esposa y dos niños
circunspectos lo que completan un cuadro maravilloso.
Otro aspecto que no debería influenciar. En un
análisis objetivo, es la desmedida cantidad de estupideces
–que en una mezcla de sociologismo ramplón y psicologismo
lindante con el chusmerio de barrio – desplegaron los medios
de difusión siempre atentos a promover el circo (color de
piel, origen de padre, creencia religiosa, influencia de
abuelas, opiniones sobre gustos musicales etc.)
Lo real, objetivo, es que Obama llega a la
presidencia en medio de una crisis formidable la cual
reconoció parcialmente (respecto a causas y origen) en su
discurso: la pérdida de empleos; el cierre de empresas; el
problema de la salud; el grave problema del sistema educativo
etc. Son, en definitiva, los reclamos que están en la base
del apoyo popular a su figura.
Es evidente que la sociedad norteamericana necesita
cambios de fondo y también es evidente que no es posible
mejorar la situación de los de abajo, sin afectar las
fabulosas riquezas ni tocar los intereses de los de arriba.
¿se atreverá Obama? , ¿ podrá hacerlo Obama?, ¿ se movilizara
el pueblo norteamericano para exigir y acompañar al
presidente? , todos estos son los interrogantes que marcaran
la posibilidad o no de un nuevo rumbo.
Por ahora el nuevo presidente no denota, en sus
discursos, comentarios y declaraciones una disposición
definida en esa dirección, antes bien, ha expresado una
tendencia a conciliar con los grandes factores de poder.
Por otro lado, si nos remitimos al equipo que lo va
a acompañar en su gobierno podría aseverarse que si hay algo
característico en el es ser una clara expresión de
continuidad, la mayoría de los puestos claves esta en manos de
personeros de la política anterior : asi vemos en su Consejo
de Asesores Económicos a Lawrence Summer, ex secretario del
tesoro de Clinton y artífice de la desregulación financiera,
una de las causas de la crisis actual .
Si nos referimos al área de Defensa, allí a
ratificado a Robert Gates, designado por Bush para conducir la
guerra contra “el terrorismo”, lo que ha llevado a la guerra
de Irak y Afganistán y argumento con el cual se sustenta el
genocidio de Israel con el pueblo Palestino. Respecto a la
política internacional ha hecho una cambio, pero que solo se
puede percibir en el color de piel , la señora Hilary Clinton
apoyo la guerra en Irak, apoyo la reactivación de
la IV flota en el atlántico sur y se “descolgó” en el Senado
contra presidentes de A. Latina democráticamente elegidos por
sus pueblos y reafirmados luego en variados plesbicitos (cosa
que no sucede en la “democracia” del norte).
Todas estas cuestiones, asi como su posición ante el
genocidio israelí, su manifestación de “suavizar las
restricciones a los viajes y el envio de remesas a Cuba”, pero
que no contempla poner fin al embargo y “que podría hablar con
Raul Castro siempre y cuando Cuba se muestre dispuesta a
desarrollar las libertades personales en la isla”, vuelven a
poner sobre el tapete un discurso soberbio y reaccionario y
muestra a EE.UU como “dueño” del mundo y con el derecho de
indicar a todas las demás naciones como deben vivir y actuar.
Ello, sin duda, hace desconfiar de la simpatía, el color de la
piel, los discursos amables y los “simbolismos progresistas”,
pero como se suele decir “al rengo hay que dejarlo andar para
ver de que pierna cojea”.
Mientras tanto prestemos atención a otros
simbolismos que si marcan el rumbo de los nuevos tiempos. En
ese sentido, no deja de ser significativo que mientras asumía
el nuevo presidente del imperio, la presidenta argentina
Cristina Fernández de Kichtner visitaba Cuba y Venezuela
(cuando en otras épocas hubiesen estado a la expectativa
porque si los EE.UU se resfriaba los gobernantes y políticos
de argentina estornudaban) con quienes se concretaron un sin
numero de acuerdos económicos. Pero además expreso en dos
brillantes discursos, el respeto y el cariño del pueblo
argentino por la isla de la libertad, repudio el blokeo del
imperio y pidió que sea levantado, y convoco al esfuerzo para
concretar la integración de los países de América Latina y
generar nuevos paradigmas desde un pensamiento Latinoamericano
basado en la igualdad, la democracia, la libertad y el respeto
por la cultura de cada pueblo.
En definitiva, Obama deberá tomar debida nota que el
mundo y posiblemente la sociedad norteamericana están
cambiando de lo contrario le puede ir muy mal, esperemos, para
bien de la humanidad, que sea capaz de comprenderlo.
Oscar
Flammini