Toda la verdad sobre Honduras, el actual acusador de Cuba en la Comisión
de Derechos Humanos de Ginebra
Créalo usted o no, amigo lector, fui uno
de los principales sorprendidos por el bochornoso papel asumido por el
gobierno hondureño para presentar una moción anticubana en la actual
Sexagésima Sesión de la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra. No fue,
por supuesto, porque creyera que el gobierno de Ricardo Maduro fuera
incapaz de enlodarse de esa manera, sino porque resulta difícil de creer
que un país con un largo y criticado historial de violaciones de los
derechos humanos, como lo es Honduras, se prestara para esta sucia
maniobra.
Aún recuerdo cómo, en el último Informe de Derechos Humanos del
Departamento de Estado norteamericano para el 2003, el mismo titiritero
que hoy mueve los hilos de la marioneta hondureña en Ginebra, acusó a
esta nación de ser escenario, al igual que otros países
centroamericanos, de múltiples violaciones a los derechos humanos de
niños y adolescentes.
En dicho Informe se destacó un rosario de males que afectan los derechos
humanos de los ciudadanos como lo son la violencia policial, lentitud
judicial, pobreza enraizada y la corrupción. Todos estos flagelos
conspiran contra los niños, quienes se ven afectados por la prostitución
y la explotación laboral de niños, jóvenes y adolescentes. Sumado a
esto, se exacerban diferentes formas de abuso físico y sexual hacia la
niñez, así como una marcada exclusión social.
Sobre este penoso tema declaró Bruce
Harris, Director de Casa Alianza para América Latina, al conocer dicho
informe: “Las personas menores de edad están pagando el precio y no
todos los gobernantes están haciendo su trabajo.”
El propio Comisionado Nacional de
Derechos Humanos de Honduras, Ramón Custodio, declaró en un informe al
Congreso que la actual cadena de violencia que vive el país está
provocada por ineficacia del sistema judicial. Baste decir que, tan sólo
en seis años, desde 1998 a 2004, ocurrieron 2,170 asesinatos de jóvenes
menores de 23 años de edad en el país.
La falta de un sistema oficial de
atención a los problemas de la niñez y la juventud, los altos índices de
pobreza y desempleo, la carencia de oportunidades y la ineficacia de la
autoridad policial, son causales directos del clima de violencia que
vive el país y de la asombrosa cifra de más de 100 000 jóvenes
incorporados a pandillas con altos índices de peligrosidad. Al respecto,
el propio Comisionado señaló en su Informa: En Honduras existe “la
ausencia de políticas sociales a favor de la juventud y el fracaso de la
policía como integrante del sistema de justicia”.
En el propio 119 Período Ordinario de
Sesiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, celebrada
hace poco en la sede de la OEA en Washington, fue presentado un Informe
sobre la violación de los derechos humanos en Honduras, el que estuvo a
cargo del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) y
otras organizaciones sociales de ese país, como la Organización
Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH), la Comunidad Gay Sampedrana para la
Salud Integral (CGSSI) y el Equipo de Reflexión, Investigación y
Comunicación de la Compañía de Jesús (ERIC). De acuerdo con el mismo, se
abordó la penosa situación que padecen las poblaciones indígenas y
negras en esa nación, el enconado hostigamiento y muertes que sufren los
homosexuales hondureños y dirigentes populares.
Fueron descarnadas las narraciones hechas sobre el despojo de tierras a
las comunidades indígenas y negras a favor de las grandes
transnacionales extrajeras, los asesinatos de sus dirigentes, así como
la muerte de más de 400 indios mismitos a causa de las infrahumanas
condiciones de trabajo a las que son sometidos en las labores de pesca.
La CGSSI informó sobre más de 200
asesinatos de homosexuales en el país, sin que la policía se preocupara
en perseguir a sus victimarios. De la misma manera, según un reporte de
la Relatora de la ONU sobre ejecuciones extrajudiciales confirmó el
asesinato de 25 defensores del medio ambiente.
Tan macabra fue la descripción de dichas
atrocidades, que la propia Comisionada de la Policía Hondureña, Maria
Luisa Borjas, tuvo que reconocer que la Unidad de Asuntos Internos de
ese órgano identificó más de 50 casos de asesinatos extrajudiciales. Por
su lucha contra la corrupción policial, la señora Borjas fue sustituida
de su cargo.
Todas estas violaciones, desde luego, no son las únicas que invalidan al
gobierno hondureño para presentar una moción contra Cuba en materia de
Derechos Humanos.
¿Puede hacerlo un gobierno como el de
Ricardo Maduro quien no ha movido un dedo ante la dramática situación de
desempleo que se vive en Honduras? Sólo en los últimos cuatro años cerca
de 80 000 hondureños han sido cesanteados, lo que ha elevado el número
de desempleados a un 35 % con respecto a la población laboralmente
activa. Mientras se ha incrementado la desocupación, el gobierno
hondureño nada hizo para detener el aumento de las tarifas de los
servicios públicos de electricidad, teléfonos y agua, las que han
experimentado un exagerado incremento del 15 % en los últimos cinco
años. El propio gobierno incrementó en un 75,6 % los precios de los
derivados del petróleo, afectando de esta forma a las pequeñas empresas
y a la población.
¿Puede hablar de derechos humanos un
gobierno que enfrenta una profunda crisis en el sistema educacional
superior y que a pesar de aumentar el número de universidades ha
descuidado la calidad de la enseñanza?
Afectadas por bajos presupuestos, estos
centros docentes carecen de alto nivel profesional en la impartición de
las asignaturas y su correspondencia con las reales necesidades del
país.
Al respecto, señaló el Rector de la
Universidad Tecnológica de Honduras, Ricardo Antillón: “¿Cómo es posible
que no hemos dado el paso para formar profesionales capaces de ayudarnos
a aprovechar el recurso marino, cuando Honduras tiene una gran riqueza
marina en las costas del Atlántico y el Pacífico?
El propio director del centro regional
de la Universidad Pedagógica Nacional “Francisco Morazán”, reconoció lo
obsoleto de las materias que se imparten en dicho centro. Peor aún, se
ha determinado que los propios profesores no saben cómo enseñar y que
sólo un 30 % de los maestros universitarios son técnicamente aptos para
impartir sus asignaturas.
Como puede apreciarse, el gobierno
hondureño descuida algo importante para una nación, su propio futuro.
A pesar de que el gobierno hondureño se
vanagloria de invertir en materia de salud pública, sabido es que hoy
Honduras ocupa la tasa de prevalencia de VIH/SIDA más alta de Centro
América y el quinto lugar en América Latina. ¿Cómo puede, pues, este
gobierno hablar de derechos humanos?
Si vergonzoso es el panorama social en
este país en donde el 80 % de su población vive en la pobreza, lo es más
aún el alto nivel de corrupción institucionalizado en Honduras. Un 63 %
de los ciudadanos considera que la misma está generalizada en todo el
país y uno de cada cinco acepta haber sido víctimas alguna vez de la
misma.
El grado de deterioro que tiene la
gobernabilidad en la nación hondureña hizo que el propio obispo de la
diócesis de Occidente, monseñor Luis Alfonso Santos, declarara hace dos
días: “La gente siente la pobreza en carne viva, ya no entienden
discursos políticos”.
Más adelante, para confirmar el nivel de
sufrimiento que viven los hondureños y la violación de sus elementales
derechos, el prelado afirmó con honda tristeza: “Jesucristo sigue
sufriendo su pasión y muerte en este pueblo que está muriendo de hambre
y enfermedades”.
Suficientes motivo tiene monseñor Santos
para sentirse así: el 34 % de los niños hondureños padece desnutrición
crónica y carece de oportunidades para estudiar.
Por ello, al leer la declaración de la cancillería hondureña solicitando
el envío a Cuba del Alto Comisionado de derechos Humanos, emitida ayer,
y en la que “hace un llamado al respeto a las libertades públicas en la
Isla”, uno no puede menos que pensar en el demasiado cinismo que hay que
tener para acusar a otros de los males que se ha ayudado a entronizar
en nuestros pueblos.