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Antiterrorismo pervertido
28 de
septiembre de 2004
En un
discurso que pronunció el 21 de septiembre pasado, durante la apertura
de la 59na. Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente
George W. Bush expresó con su habitual desvergüenza: “(…) Estamos
decididos a destruir las redes terroristas dondequiera que operen …”
Previamente había sorprendido al auditorio mundial allí presente con
otra cínica frase: “Sabemos que los gobiernos opresivos respaldan el
terrorismo, mientras que los gobiernos libres combaten a los terroristas
entre ellos.
Tras el
sabor amargo dejado en mí al leer este discurso cargado de falsedades y
prepotencia, y pronunciado ante un foro cada vez más inoperante y
genuflexo, pensé que el mundo de hoy debe hacer algo urgentemente para
que prevalezcan la razón y la justicia, recuperándose de ese sopor
cargado de cobardías, oportunismos y apatías. Se juega su destino el
mundo, me dije también, y duele verlo entregarse, sin presentar batalla,
a los apetitos impúdicos del gigante de las siete leguas, capaz de
mentir ante la cara de todos sin asomo de rubor y de vergüenza.
Por mi
parte, reflexioné, es cierta la necesidad de poner coto a crímenes como
los del 11 de septiembre en Nueva York, o el del nefasto 11 de marzo en
Madrid, así como el recientemente cometido en Beslán. El terrorismo es
un flagelo dañino y repudiable para cualquier hombre justo en el mundo
de hoy. Pero, si repudiable es limitarse a recontar a las víctimas de
estas atrocidades, también lo es esgrimir el antiterrorismo como un
argumento para cometer otras barbaries o limitarse, como es costumbre
para Estados Unidos, a condenar o exculpar terroristas en nombre de sus
conveniencias y fines políticos.
Dos hechos
precedentes y contradictorios en este contexto, adoptados con claros
fines reeleccionistas, marcan las controvertidas actitudes de la Casa
Blanca hacia el terrorismo. El primero lo fueron las medidas adoptadas
por la agencia de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos
(CBP), una de las divisiones del omnipotente Departamento de Seguridad
del Territorio Nacional, y dadas a conocer el pasado 20 de agosto
mediante una hoja informativa oficial, con la finalidad de proteger a
esa nación de supuestas amenazas terroristas. Según declaraciones del
comisionado Robert C. Bonner, uno de los jefes de esa institución: “Ha
habido preocupaciones en cuanto a que los terroristas tratarán de entrar
a nuestro país a través de nuestra frontera sur. (…) Somos conscientes
de la amenaza terrorista y hora tras hora evolucionamos para encararla y
mantener protegidos a Estados Unidos”.
El otro
hecho, capaz de vulnerar la credibilidad de Bonner (y de Bush) lo fue el
que, unos días después de sus declaraciones, ingresaron al territorio
norteamericano, precisamente por esa archiprotegida frontera sur, tres
terroristas de origen cubano excarcelados arbitrariamente por la ex
presidenta panameña Mireya Moscoso. Protegidos por una oscura trama de
complicidades, viejos compromisos y desvergonzada confabulación,
Guillermo Novo Sampoll, Pedro Crispín Remón Rodríguez y Gaspar Jiménez
Escobedo, fueron recibidos como héroes en Miami a pesar de su largo
prontuario terrorista y de haber usado pasaportes falsos para llegar a
esa ciudad.
No puedo
creerle a Bush, entonces, ni sentirme conmocionado por “su pena” hacia
las víctimas de los atentados terroristas en Nueva York, Madrid, Beslán
y otros lugares.. Quien recibe como héroes a criminales y se compromete
a ampararlos durante cuatro décadas, olvidándose que esa misma gente ha
cometido más de 360 hechos terroristas en su propio país (Estados
Unidos), de los que 186 afectaron a entidades gubernamentales y a
ciudadanos norteamericanos, no puede capitanear con honestidad y
franqueza una campaña antiterrorista en el mundo. ¿Habrá olvidado Bush,
por ejemplo, que sólo en 1975, por citar un ejemplo, explotaron más de
100 bombas en Miami, colocadas por Omega 7 y otros grupos terroristas de
origen cubanos?
Baste citar
algunos ejemplos que implican nada menos que a dos de los terroristas
autorizados a ingresar a territorio norteamericano por la Casa Blanca el
pasado mes de agosto, Guillermo Novo Sampoll y Pedro Crispín Remón, para
analizar cómo el gobierno norteamericano se olvida caprichosamente de la
peligrosidad potencial de estos asesinos confesos. En un largo
documento expedido por el Departamento de Justicia el 29 de octubre de
1993, en el que se describen las actividades terroristas de Omega 7, se
dice:
“Omega 7 es
un grupo terrorista de origen cubano, fundado el 11 de septiembre de
1974 por Eduardo Arocena, con base en la Florida y dirigido a derribar a
Castro. (…) Las áreas de actividad de Omega 7 fueron Nueva York, Nueva
Jersey y Miami. Sus blancos principales eran representantes del gobierno
cubano y cualquier individuo, organización, facilidad o negocio que
apoyara de cualquier forma al gobierno comunista de Fidel Castro. La
mayoría de los ataques de Omega 7 consistieron en asesinatos, atentados
y explosiones con bombas.”
“Por
ejemplo, en 1964, Guillermo e Ignacio Novo, ambos miembros del
Movimiento Nacionalista Cubano, dispararon fallidamente contra el
edificio de la ONU mientras pronunciaba un discurso el héroe
revolucionario cubano, Ernesto “Che” Guevara. El proyectil falló y cayó
en el río casi golpeando a un carguero que pasaba por allí”.
En este
propio informe del FBI se explican las actividades terroristas de Pedro
Remón en territorio norteamericano:
“Durante
1980, poco después de la explosión de una bomba en el consulado cubano
en Montreal, Canadá, Pedro Remón y Saúl Ramón Sánchez fueron detenidos
por funcionarios del Departamento de Inmigración y Naturalización de los
Estados Unidos cuando trataban de ingresar a territorio norteamericano.
Sus identidades fueron verificadas por el INS y enviada la información
al FBI. (…) La investigación a fondo de Pedro Remón indicó que era el
ejecutor de los disparos contra Eulalio José Negrín, activista favorable
a Castro, y Félix García Rodríguez, diplomático cubano asignado a la
CMUN.”
Otros
documentos oficiales de agencias norteamericanas vinculan a Guillermo
Novo Sampoll con el asesinato del ex canciller chileno Orlando Letelier
y de su ayudante Ronnie Moffit, ocurrido en 1976. Unto a él participaron
su hermano Ignacio, José Dionisio Suárez y Alvin Ross Díaz.
Ambos
terroristas y su acompañante en el ingreso a territorio norteamericano,
Gaspar Jiménez Escobedo, a pesar de “las fuertes medidas de protección
de fronteras” adoptadas por el CBP, tienen también un largo historial
de criminales acciones contra Cuba y se han visto involucrados en
decenas de planes de atentado contra el presidente Fidel Castro. En
franca violación de la Ley de Neutralidad del 25 de junio de 1948, han
funcionado como grupos terroristas de abierta hostilidad contra la Isla,
promoviendo un criminal beligerancia hacia el pueblo cubano. Ellos han
participado en algunos de los más de 560 actos terroristas perpetrados
en estos años de proceso revolucionario, que han provocado miles de
muertos y heridos a los cubanos.
El
antiterrorismo oportunista, desvirtuado y pervertido que esgrimió Bush
en su discurso ante la ONU, podrá engañar a incautos una vez y tal vez
otras veces, pero la verdad saldrá a flote en la medida en que el mundo
sea capaz de desprenderse de sus miedos y ponga por escudo a la verdad.

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