Mi hermano Antonio.
CUANDO EL APRECIO SE HACE TANGIBLE E INFINITO.
18 de
junio de 2004.
Antonio
Guerrero es así: cuando uno cree que la reclusión puede enjaular ese
optimismo que lo personaliza, llega de pronto con una carta cargada de
aliento para probarnos que la lontananza resulta un frágil obstáculo
para vencerlo. Uno entonces se enorgullece de merecer un breve espacio
de su tiempo y piensa en ese hombre capaz de derribar encierros y vencer
lejanías, de repartir esperanzas y dar aliento; y piensa también, sin
lugar a dudas, que lo siente cercano y solidario, tan útil como una
bitácora y hecho medida para juzgarnos en cada instante de nuestras
vidas.
Así, cuando
me preparaba a continuar otro día de combate por la verdad, desde este
puesto de periodista improvisado en el cual la pluma y la palabra hacen
de adarga y escudo, cayó en mis manos una hermosa carta del hermano
ausente para traerme desde lejos su presencia llena de ánimo y
convicción, matizada de nostalgia y ternura, y hecha también descarnada
declaración de combate por la vida.
Sus primeras
palabras, tendieron entre los dos un puente tangible de afecto y
hermandad:
30 de abril de 2004.
Mi querido
hermano Percy:
Estas serán
nuevamente unas cortas líneas que van llenas de una eterna admiración y
de un aprecio infinito.
Y vino
entonces la anécdota narrada en forma simple y directa, que sirvió no
sólo para describirme su encuentro con mi libro “Reflexiones de un
antiterrorista”, sino también para demostrarme cómo Tony aprovecha
cualquier ocasión para denunciar el cruel terrorismo ejercido contra
nuestra Patria y para descollar por su valor y fuerza de convicciones:
Quería
hacerte saber que recibí y leí REFLEXIONES DE UN ANTITERRORISTA y
volviste a estar en nuestra trinchera, y la verdad es que tú estás aquí
en cada día de firmeza y optimismo.
Voy a
contarte (…) primero de cuando recibí el libro, resulta que el paquete
en donde venía llegó por CORREO LEGAL, cosa no habitual para este tipo
de correspondencia. Me llamaron de la Oficina de Correo y allí frente a
mí abrieron el paquete. Junto a este libro venía CARTAS DE IDA Y VUELTA,
el hermoso de la correspondencia nuestra con nuestros hijos y niños
cubanos, ese no tuvo problemas para que me lo entregaran, sin embargo,
el título del tuyo causó interrogantes y me pidieron que les explicara
de qué trataba el libro que tenía la palabra ANTITERRORISTA. Para mí
fue un placer hablar de ti y de tu heroica y digna tarea en las entrañas
del terrorismo miamense. Nadie dijo nada ante los argumentos de un libro
de un hombre, pequeño, pero gigante en valor y en moral, que con su
actividad salvó la vida de muchos otros hombres, mujeres y niños.
Bastante
avergonzado por sus palabras de encomio, las cuales no creo merecer yo
sino más bien él y sus otros hermanos injustamente encarcelados en
Estados Unidos, continué leyendo su carta y me encontré de repente con
una aseveración suya que causó en mí hilaridad por su natural
ocurrencia y agudeza:
Lástima que
no estuviera en inglés
(el libro)
y que no tuviera una copia adicional para habérsela obsequiado.
Y no podía
faltar en su misiva la referencia a algo trascendental en la vida de
ambos: nuestras madres. En cada carta cruzada, lo confieso, están ellas
presentes en su genuina estatura y en la terca alusión a su presencia
necesaria, cargadas ambas de desbordante ternura y en el recuerdo de sus
regazos propicios para depositar dudas y preocupaciones, dolores y
añoranzas. Mirtha, la de él, luchadora empedernida por la libertad de su
hijo y sus hermanos prisioneros; Matha, la mía, fallecida en Cuba sin
dejarse vencer en su amor a esta bella tierra de Tony, han sido el
principal leiv motiv para que ambos camináramos por el sendero de los
justos.
(…) y ahora
como hermanos seguimos combatiendo con las armas de las ideas justas. Me
emocionó la inclusión (en mi libro) de CRONICA DE UNA VISITA ANUNCIADA y
de PUDISTES SER TÚ Y NO YO. No te miento al decirte que cada vez que
leo tu relato del encuentro con mi madre en el día de su cumpleaños,
lágrimas de emoción viene a mis ojos. ¿Acaso se puede ser
revolucionario sin ternura y profundos sentimientos? Al hablar de mi
madre te siento que hablas de la tuya y es que ambos somos hijos comunes
de dos Marianas.
Y luego
vino la despedida, con su consabido sabor amargo, sólo capaz de ser
neutralizada por la fuerza y el optimismo contagiosos de Antonio
Guerrero, mi hermano de combates y de afecto, capaz de aportarme ánimos
para seguir en esta bella batalla emprendida a favor de la vida:
Un millón de
cosas quedan en el “tintero”; no hacen falta muchas palabras para
explicarte mis opiniones sobre tantas cosas injustas que acontecen en
nuestro mundo, son las mismas que las tuyas, como lo es la convicción en
la victoria de la razón, la verdad y la justicia.
Un fuerte abrazo hermano y revolucionario
Antonio Guerrero R.

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