|
Indignidad
27 de agosto de 2004
Mundo raro el de hoy. Como diría mi abuela, anda patas
arriba. Yo sé, sin embargo, que no es el propio mundo el culpable de sus
desaciertos y confusos malabares, sino gente habitándolo o, mejor dicho,
deshabitándolo con sus canalladas e indignidades. Así he pensado más de
una vez y vuelvo a pensarlo al conocer la noticia que ha conmocionado a
todos en estos días: la presidenta panameña indultó a cuatro terroristas
por obra y gracia de su arbitraria voluntad.
Como reza un viejo refrán: “La capa del diablo, lo que
por un lado tapa, por otro destapa.” Y así las cosas, a pesar de sus
incomprensibles argumentos, Mireya Moscoso ha caído en la trampa de sus
oscuros compromisos con Estados Unidos y con su futuro vecindario de
Miami. Cargada de acusaciones sobre corrupción y prevaricación, la
Moscoso acusó primero a Cuba de inmiscuirse dentro de la política
interna de su país, pero siempre pensó en la necesidad de protegerse del
escándalo si se destapa la cloaca de sus malos manejos del erario
público y, obviamente, Colin Powell y Bush le han prometido protección e
impunidad llegado el caso. También los mafiosos de Miami, a los que
incondicionalmente ha ayudado en el controvertido proceso judicial
seguido contra Posada Carriles y sus cómplices, se han comprometido por
igual a hacerle feliz el goce de sus pingües y sospechosas “ganancias”
dentro del gobierno en su futura villa floridana.
Por último, cuando la circunstancia política de su
controvertida decisión se volvió contra ella, capaz de pisotear a la ley
y desoír la voluntad mayoritaria de justos panameños, la Moscoso
argumentó que indultaba a los terroristas por un caso de simple
humanitarismo, es decir, por un caso de conciencia. Al usar este
insostenible argumento, la señora Moscoso parece haber olvidado que “la
conciencia es a la vez, testigo, fiscal y juez”. Podrá, desde luego,
hacer uso abusivo de sus prerrogativas pero ¿podrá su conciencia, si la
tiene, justificar realmente tal indignidad?
Los mentirosos argumentos usados por la presidenta
panameña podrán justificarla sólo ante sus acólitos y sus amos, pero
nunca ante su pueblo y ante las víctimas de los asesinos liberados.
Tampoco la justificarán ante las madres, esposas, hijos y otros
familiares de los asesinados por estos criminales y que esperaban de
ella sólo un poco de racional justicia. La mentira anda con muletas, y
la verdad sin ellas, señora Moscoso, y no habrá mentira capaz de
sostenerse como argumento para reivindicarla por sus indignas acciones
de hoy.
Mundo raro el de hoy, vuelvo a repetir, porque me duele
que se excarcele a criminales y terroristas con la venia y la
santificación de los mismos que mantienen encarcelados a luchadores
capaces de dedicar su vida entera y lo mejor de sí para combatir este
inhumano flagelo. Mientras los Cinco Héroes ven pisoteados sus más
elementales derechos en sus celdas norteamericanas, alejados de los
suyos y estigmatizados por una justicia comprada y burdamente
politizada, los cuatro terroristas indultados son aplaudidos por la
mafia terrorista miamense y vindicados como héroes. No me extrañó, lo
aseguro, que Pepe Hernández, Ninoska, Ramón Saúl Sánchez, Basulto y toda
la ralea de asesinos que pulula impunemente en las calles de Miami se
regocije hoy por la absurda decisión de la Moscoso. Festejan a sus
“héroes”, es cierto, archicriminales como ellos y comprometidos en su
misma política basada en el terror y el crimen.
No me desespero, sin embargo, por la victoria pírrica
obtenida por la injusticia y la iniquidad. La ley podrá ser comprada,
pisoteada incluso como se ha hecho en Panamá, pero la justicia primará
alguna vez. Los criminales indultados planearán nuevos crímenes y la
culpa de estas futuras acciones recaerá indudablemente sobre todos
aquellos que procuraron su liberación. Posada y sus cómplices no
dormirán tranquilos pues siempre sabrán que si un gobierno corrupto los
exoneró de culpas, la voluntad de los pueblos no lo hará. La sentencia
para ellos está dictada ya. Yo se los aseguro.

|