El
presupuesto norteamericano y las nuevas víctimas de George W. Bush
Una nueva guerra ha iniciado hace unos días el
actual presidente de los Estados Unidos de América, pero esta vez no
está dirigida contra los humildes pobladores de lejanas naciones como
han sido los casos de Irak y Afganistán. Esta vez, aunque usted no lo
crea, las víctimas serán los propios norteamericanos, los conciudadanos
de este hombre obcecado, capaz de subordinar toda su política en función
del proclamado y dudoso tema de su antiterrorismo.
Un oscuro representante de la administración
norteamericana, Cofer Black, Coordinador para el antiterrorismo en el
Departamento de Estado de Estados Unidos, había adelantado el anuncio de
esta nueva pretensión de Bush al hablar ante el Comité Interamericano
contra el Terrorismo (CICTE), evento celebrado en Montevideo entre el 28
y 30 de enero pasados:
“Los objetivos antiterroristas de la administración
Bush
¾anunció
Black¾
son derrotar a las organizaciones terroristas de alcance mundial
mediante el ataque a su liderato, finanzas y comunicaciones; cooperar
con otras naciones para privar a los terroristas de patrocinio, apoyo o
refugio; ocuparse de las condiciones subyacentes que los terroristas
tratan explotar; y defender a los Estados Unidos, sus ciudadanos e
intereses en el país y en el extranjero mediante la aplicación sostenida
de recursos diplomáticos, financieros, de inteligencia, militares y de
ejecución de la ley”.
Cuando aún se daban a conocer por todo el mundo las
palabras de Cofer Black por los cables y noticias de la prensa
internacional, un nuevo anuncio despertaba el interés no sólo de los
norteamericanos sino de todo el planeta: el anuncio por parte de George
W. Bush del presupuesto norteamericano para el 2005.
En
esencia, los que escuchamos a Bush sentimos de inmediato una sensación
de desazón pues estaba claro que el actual presidente norteamericano
continuaba apostando por la guerra en detrimento de la paz y del
bienestar internacional. Varias conclusiones sacamos de inmediato cuando
finalizó su discurso:
¨
La guerra contra el terrorismo y el
argumento manido de propiciar la seguridad interior siguen siendo las
prioridades de la administración.
Con una
propuesta de 2,4 billones de dólares para el año fiscal que se inicia el
venidero 1 de octubre, el peso de la guerra y la pretendida defensa a la
seguridad interna pasan a ser los elementos de mayor preponderancia
dentro del presupuesto, superior en un 3,5 % con respecto al del año
anterior.
Nunca antes, desde la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos habían
desembolsado tan astronáuticas cifras para guerra y la defensa nacional.
Con un incremento de un 7 %, obviando los gastos en Irak y Afganistán,
la cuestionada guerra contra el terrorismo de Bush sacrifica
importantes programas necesarios e indispensables para los
norteamericanos.
El
Departamento de Defensa, por tanto, dispondrá de 401 700 millones de
USD, teniendo como principales fuentes de gastos a la renovación de las
fuerzas armadas y la lucha contra el terrorismo. Por su parte, el
incremento en cuanto a seguridad interna hará que se alcance la
asombrosa cifra de 33.8 mil millones de dólares, cuyo principal
beneficiario será el Departamento de Seguridad Interna (HSD) y estará
encaminado a reforzar el control que sufren extranjeros que residen o
visitan los EE UU, sin excluir a los propios norteamericanos.
En tal sentido, el presupuesto propuesto estima un incremento del 10 %
para la seguridad interna, como ya señalamos, así como un incremento del
11 % para el FBI.
Dentro de este contexto encaminado a reforzar el papel de los Estados
Unidos en el mundo de hoy, cobra especial relevancia el presupuesto
asignado por Bush para el Departamento de Estado.
Dicha
partida presupuestaria para asuntos internacionales se desglosa de la
siguientes manera:
·
Operaciones en el extranjero: 21.300 millones de dólares.
·
Operaciones del Departamento de Estado: 8.400 millones de dólares.
·
Ley Pública 480 de ayuda alimentaria: 1.200 millones de dólares.
·
Radiodifusión internacional: 569 millones de dólares.
·
Instituto de la Paz de los Estados Unidos: 22 millones de dólares.
Dentro del
presupuesto asignado al departamento de Estado se destinan importantes
cifras a
·
La asombrosa cifra de 5,700 millones de dólares para ayuda militar y
económica para aquellas naciones que apoyen incondicionalmente a los
Estados Unidos en su política agresiva en la arena internacional. Esta
cifra contrasta con las partidas asignadas a la lucha contra el SIDA en
el mundo subdesarrollado (2,800 millones de USD) y por la reconstrucción
de Afganistán (1.200 millones de dólares).
Un papel en el reforzamiento de la hegemonía norteamericana en el mundo
lo representa la llamada Cuenta del Reto del Milenio, una prometida
cifra para aquellos países que se sumen a los planes norteamericanos y
asuman el triste papel de mercenarios.
El reciente nombramiento de Alan Larson, actual Subsecretario de Estado
para Asuntos Económicos, Comerciales y Agrícolas, como Director
Ejecutivo de la MCA, instrumenta la aplicación de los 2,500 millones de
USD destinados por Bush en esta dirección. La Corporación de la Cuenta
del Reto del Milenio (MCA) dirigida por una comisión en la que
participan el propio Larson, así como Colin Powell (Secretario de
Defensa), John Snow (Secretario de Hacienda), Robert Zoellick (Comercio)
y Andrew Natsios (Administrador de la USAID), dio a conocer el propio
dos de febrero las condiciones para ser beneficiados por la MCA, los
criterios de selección y otros importantes indicadores.
Según estos
manipuladores de la “zanahoria”, se espera que muchas naciones cambien
sus políticas cuando vean los beneficios de recibir dicha ayuda.
El propio
Powell, como si manejara una rifa, anunció para el próximo mes de mayo
el anuncio sobre cuáles serían las naciones inicialmente favorecidas con
la Cuenta del reto del Milenio.
El propio Departamento de Estado, a través de su portavoz Richard
Boucher, se apresuró a anunciar la ayuda en 1,600 millones de dólares
para el Comité Interamericano contra el Terrorismo. Esta vez fue el
propio Cofer Black el encargado de ofrecer la ayuda durante las sesiones
del CICTE efectuadas en Montevideo, como ya señalamos, celebradas entre
el 28 y el 30 de enero.
¨
Existencia de un déficit presupuestario
récord, el cual se proyecta deberá alcanzar los 521 mil millones de USD.
Por supuesto, Bush no pudo ocultar este preocupante hecho,
justificándose ante la nación por la deteriorada situación de la
economía norteamericana: “La razón por la que estamos donde estamos es
porque pasamos una recesión, fuimos atacados y estamos peleando una
guerra”.
Pocos le
creyeron en esta ocasión. Ni la recesión del 2001, ni los problemas de
la economía son causas de los problemas existentes. Por el contrario,
son consecuencias del mal manejo de la política interna de su
administración y, en mayor grado, por los enormes gastos en que ha
incurrido por mantener una dudosa guerra internacional contra el
terrorismo, cuya máxima expresión han sido los criminales ataques contra
Irak y Afganistán. ¿Cómo sostener sana la economía de una nación que el
año pasado destinó la asombrosa cifra de 87 000 millones de dólares de
manera extraordinaria para sostener esta criminal contienda bélica?
Como para
contrarrestar las esperadas críticas a su nuevo presupuesto, Bush se
apresuró en comentar sus “esfuerzos” por reducir dicho déficit: Según
él, se plantea una política encaminada a lograr la reducción del mismo
de los 521 mil millones de USD a 239 mil millones para el año 2009.
Arriesgándose aún más, proclamó una reducción a 364 mil millones para el
próximo año sin incluir, desde luego, los 50 mil millones que
representan los gastos de guerra en Irak y Afganistán. Esta
incongruencia desbarata su pretendido plan de reducción para el próximo
año a 364 mil millones ya que, de lograrse en realidad, sólo llegaría
hasta los 414 mil millones esta pretendida y casi imposible reducción.
Por
supuesto, otro gran error de Bush es no contar con la insegura marcha de
la guerra en Irak y Afganistán, países en los que las acciones de la
resistencia se tornan cada vez más espectaculares y dañinas para los
ocupantes norteamericanos y sus cómplices de otras naciones. De
continuar así las cosas, mucho más dinero del planificado habrá de
desembolsarse, lo que acrecentaría aún más el déficit presupuestario que
sufre la nación.
Cuando uno analiza estas asombrosas cifras
¾a
las que se suman los 401 millones para mantener los Cuerpos de Paz,
probados instrumentos de penetración norteamericana en otras naciones;
los 731 millones para financiar la lucha anti narcóticos de la
Iniciativa Andina contra las Drogas; los 836 millones para proteger las
fronteras norteamericanas; los 659 millones de USD para reforzar la
protección a las embajadas estadounidenses, así como los 650 millones
para “apoyar” las operaciones de la ONU para el mantenimiento de la paz¾,
no puede menos que preocuparse.
¿Qué queda entonces para las urgentes necesidades de
los pobres en Norteamérica? ¿Cómo serán, entonces, los programas de
ayuda a los necesitados y las esenciales urgencias de la salud pública y
la educación?
No cabe
la menor duda, pues, que un detallado examen del presupuesto de Bush
para el año fiscal 2004-2005 se ha elaborado a costa de los propios
norteamericanos. Las siguientes cifras así lo atestiguan:
·
63 programas gubernamentales, 38 de los mismos vinculados a la
educación, serán desaparecidos con vistas a ahorrar 4,900 millones de
dólares. No cabe la menor duda que, en este caso, miles de niños
norteamericanos sufrirán la pérdida de sus aulas y beneficios como
consecuencia de la carrera guerrerista de su presidente. Las nuevas
víctimas no serán ya sólo Ahmed o Mahmoud, sino también John, Amy o
cualquier niño pobre de los Estados Unidos.
·
Recortes presupuestarios de 481.9 millones de USD a la irrisoria cifra
de 97 millones para los programas orientados a la Policía Comunitaria.
¿Cómo es posible hacer esto, me pregunto, en un país donde el crimen ha
ascendido a cifras alarmantes? ¿Qué pretendida seguridad interna se
puede lograr cuando se dejan indefensas las calles, escuelas y barrios
de la nación?
·
Reducción del presupuesto para construcción de Acueductos de 1,700
millones a 1,300 millones de dólares.
·
Reducción de los programas ambientales de la nación en un 8,9 %, lo que
representa la pérdida de fondos en 450 millones de dólares. Como
consecuencia de ello, no cabe la menor duda, los niveles de
contaminación ambiental afectarán aún más a los norteamericanos.
·
Recorte en 335 millones de dólares para los programas de ayuda a los
gobiernos locales para el mejoramiento de los sistemas de procesamiento
de aguas albañales, agua de lluvia y potabilización.
·
Mientras destina un abultado presupuesto para la NASA de 16,000 millones
de dólares con el propósito de financiar el regreso a la Luna,
exploración del sistema solar y el Proyecto Marte, lo que representa un
incremento del 5,6 % con respecto al 2004, Bush deja irresueltas muchas
necesidades de su nación. El recorte presupuestario en 38 programas
vinculados a la educación, las artes, el enfrentamiento al abuso del
alcohol, prevención de la deserción escolar y otros importantes asuntos
como el Programa Even Start para mejorar las habilidades de lectura de
los niños pobres, afectados en cerca de 1,400 millones de dólares,
cierra las puertas a la solución de significativos problemas sociales
por resolver.
La nación en general sintió estupor y preocupación
ante el anuncio presupuestario de George W. Bush. Todos, salvo los
halcones de la guerra y los grandes monopolios del complejo militar, se
sintieron defraudados. No había dudas, pues, que esta vez el presidente
había re-orientado sus ansias destructivas hacia la propia Norteamérica.
Las reacciones y críticas encendidas, por supuesto,
no se hicieron esperar.
“Hoy el presidente dio a conocer un presupuesto que
ahonda los déficits que sus políticas han contribuido a crear”, señaló
el representante demócrata John Spratt, miembro del Comité de
Presupuesto de la Cámara.
Bush es “el Presidente fiscalmente más irresponsable
en la historia de nuestra nación”, dijo el senador Kent Conrad,
demócrata por Dakota del Norte.
“Este presupuesto no sólo estafa nuestro ambiente,
sino que es un desafío al rol de nuestra nación como líder ambiental
mundial”, manifestó el senador independiente James Jeffords.
Por su parte, Ted Kennedy, demócrata por
Massachusetts, afirmó que este presupuesto era “el más anti-familia, el
más anti-trabajador, anti-atención de salud y anti-educación de los
tiempos modernos”.
No faltaron reacciones airadas en los principales
diarios norteamericanos. El New York Times, en un artículo titulado “El
presupuesto de Pinocho”, define al mismo como un “ejercicio de cinismo
en año electoral”.
Más adelante señala dicho rotativo que los
republicanos “están perdiendo su reputación con los votantes acerca de
su integridad fiscal”.
El propio Washington Post señaló al respecto: “La
propuesta de Bush es una obra maestra de política presupuestaria
deshonesta y de gobierno irresponsable”.
Otro importante medio, el Wall Street Journal
destacó que Bush “quiere que el Congreso elija entre las armas y la
mantequilla”.
Las reacciones seguirán surgiendo y Bush se
encontrará más acorralado que antes como resultado de su irracional
manera de dirigir a su nación. Por nuestra parte nos sentimos más
preocupados por las consecuencias de esta política presupuestaria que
desembocará, sin lugar a dudas, en nuevas amenazas para la paz mundial y
en un reforzamiento de la hegemonía norteamericana en el mundo de hoy.
Sin embargo, confío en que los propios norteamericanos tomen conciencia
de que a ellos los han colocado en el triste papel de víctimas cuando se
apruebe este absurdo presupuesto.

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