¡Salve, Cuba! Los que te defenderemos, te saludan.
MENSAJE URGENTE A LOS HERMANOS DEL MUNDO
Para ninguno es una sorpresa que los Estados Unidos
de América se encuentra intensificando planes para propiciar la caída de
la Revolución Cubana. Así lo proclamaron recientemente los miembros de
una comisión creada por George W. Bush para lograr una “transición
democrática” en la Isla luego de la muerte de Fidel Castro. Sin embargo,
todo parece indicar que el presidente norteamericano, sacando bajo su
manga los más siniestros planes y subvalorando lo acontecido en Irak y
Afganistán, pretende acelerar la supuesta caída del socialismo en Cuba
mediante un atroz magnicidio, como paso preliminar para una ulterior y
rápida invasión contra la tierra de Martí.
Las recientes amenazas de los principales personeros
de la actual administración —valga decir la peor y más agresiva en la
historia de esa nación—, divulgadas por los principales medios de prensa
a su servicio, hacen pensar que, efectivamente, algo sucio se trama tras
bambalinas contra Cuba. Y, desde luego, no sorprendería que el nuevo
César lo intentara. Sólo una mente como la suya, perneada por una
marcada irracionalidad, podría darse el lujo de abrir un nuevo frente de
batalla cuando aún ha sido incapaz de someter definitivamente a afganos
e iraquíes. A la par, tampoco le acompaña la suerte dentro de su
traspatio, en el que proliferan las voces contra la guerra y a favor de
la urgente solución a los problemas internos que padecen los
norteamericanos, empujados cada vez más a la marginación y a la pobreza
a causa de un presupuesto de guerra.
Sorprende sobremanera que ninguno de los miembros de ese vasto tinglado
de asesores se atreva a persuadir al nuevo Führer sobre el riego que
correría al agredir a Cuba. Aquí encontrarán estos señores una
resistencia jamás conocida por invasor alguno. Esta nación no correrá
con flores y banderas yanquis a recibirlos. Cada palmo de tierra, cada
casa y cada barrio los enfrentará y los pondrá siempre ante el dilema de
retirarse bochornosamente o continuar la criminal agresión a costa de
sacrificar a miles de jóvenes norteamericanos.
La Cuba que yo conozco y donde he echado mis raíces,
se defenderá. Conozco bien el heroísmo de los cubanos y se que no
temblarán ahora ante las amenazas ni el fragor de desigual combate.
Quien piense de manera diferente, se equivoca. Hay que entender lo que
ha significado esta Revolución redentora para el pueblo para saber
apreciar la capacidad de resistencia, el optimismo y la fortaleza de
convicciones de cada cubano redimido.
Con la plena convicción del que estará junto a ellos
—los cubanos— en la misma trinchera, mis vecinos y hermanos, enfrentando
al enemigo, hago un llamado en mi condición de latinoamericano para
detener tamaña locura.
Cuba necesita hoy de nosotros, de nuestra
solidaridad militante y de nuestro amor a la paz. Los hombres de buena
voluntad, sensatos y nobles, jamás cruzaremos los brazos cuando se
amenaza o se agrede a quien siempre nos ha iluminado con su solidaridad
y ejemplo. Por eso, sin lugar a dudas, los invito a salir a las calles a
reclamar la no agresión contra esta isla de esperanza. Y si se comete la
locura de agredirla, sumarnos a la primera línea de fuego, la que será
para nosotros la más digna manera de honrar a nuestro amor por la
justicia y la razón.