Del servilismo a la infamia
En una
resolución aprobada el pasado 22 de abril del presente año, el
Parlamento Europeo volvió a la carga con sus virulentos ataques contra
Cuba. Esta vez, haciendo gala de los mismos manidos argumentos sobre
supuestas violaciones de los derechos humanos en la Isla, hizo un
llamado a eliminar las “inhumanas condiciones” a que son sometidos los
presos en las cárceles cubanas. De igual forma, pidió una moratoria a la
pena de muerte en el país antillano.
Días después,
el 3 de mayo, los parlamentarios de la Unión Europea declararon que era
importante “tomar todas las medidas necesarias para exigir la
liberación de los disidentes”, y urgió a organizaciones y países
europeos a ejercer presión en las autoridades cubanas para exigir la
liberación de los mismos.
La
canallesca campaña anticubana de la UE no terminó allí. El 10 de mayo,
un grupo de 124 parlamentarios solicitó el envío de una misión a Cuba
para inspeccionar las prisiones en ese país.
Cualquiera que
conociera de estas resoluciones y llamados, no dudaría que los señores
parlamentarios europeos parecieran estar preocupados por las condiciones
de aquellas personas que están encarceladas en Cuba, pero esas
intenciones saben a tufo pestilente por su podrida finalidad.
Si ellos se
precian de preocuparse honestamente por la suerte de seres que viven en
prisiones, ¿por qué sólo les preocupan, pues, aquellos que han recibido
merecido confinamiento por el delito de traicionar a su Patria y servir
de mercenarios al gobierno norteamericano en su intento por derrocar a
la Revolución apoyada por la gran mayoría de los cubanos?
Ningún
parlamentario europeo, de los que hoy se ufanan de preocuparse por los
detenidos en Cuba, ha levantado un solo dedo para señalar las crueles
violaciones que sufren los más de 600 presos detenidos en Guantánamo,
aún cuando varios de ellos son sus compatriotas. Tampoco parece haberles
inspirado indignación la horrible situación de los prisioneros iraquíes
de Abu Ghraib, cuya situación ha despertado la condena mundial al ser
reveladas múltiples fotos en los que se les ve siendo víctimas de las
torturas y la sodomía de aberrados soldados norteamericanos a quienes su
presidente trata de vender al mundo como “luchadores por la libertad y
la democracia”.
Esta claro
que no les mueve preocupación alguna sino turbias finalidades políticas
al sumarse a la permanente campaña anticubana aupada por Estados Unidos
y sus lacayos europeos. La difamación y la mentira resultan mejor, para
ellos, que el serio compromiso con la verdad; a la vez que el
servilismo les da mayores beneficios que el respeto a la dignidad de los
hombres.
Usar la
desgracia ajena para hacerse merecedores de aprobación por parte de los
prepotentes, es lo más proclive en todo ser lacayuno e infame. Eso es
lo que sucede hoy a quienes se convierten en parcializados acusadores
de Cuba para vergüenza de sus propios pueblos.

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