El verdadero rostro de nuestros acusadores
17 de
septiembre de 2004.
Cuando termine este artículo, un heterogéneo grupo
de oportunistas políticos y arrepentidos “izquierdistas”, así como
agentes y quinta columnistas de largo historial al servicio del
imperialismo, falsos demócratas y pretendidos adalides de los derechos
humanos, se reunirá en Praga, siempre bailando al compás de la sinfonía
contrarrevolucionaria dirigida desde Washington, para participar en una
nueva maniobra anticubana. Hoy, 17 de septiembre, quedará inaugurada en
esa ciudad la cacareada cumbre denominada “Hacia la Democracia en Cuba”,
auspiciada nada más y nada menos que por el Comité Internacional para la
Democracia en Cuba (CIDC), un engendro de corta vida política y oscuras
intenciones.
Programada
para efectuarse entre el 17 y el 19 de septiembre, en la sede del Senado
de la República Checa, el Palacio Valdtejnsk, la cita fue convocada por
el Canciller checo Cyril Svoboda y el presidente del Senado de ese país,
Petr Pithard. Experto en montar shows que sólo mueven a la risa, el
señor Pithard espera de este evento un resultado más convincente que el
logrado cuando se encerró en una jaula, vistiendo el uniforme de preso,
para sensibilizar a la opinión pública con la suerte corrida en Cuba por
un grupo de asalariados de Estados Unidos condenados a prisión por sus
actividades contrarrevolucionarias y desestabilizadoras.
Convocados
urgentemente para ejecutar la sucia política de aislamiento hacia Cuba,
diseñada por la Casa Blanca en su reciente Programa para la Transición
pacífica hacia la Democracia en Cuba, acudieron a Praga desde viejos
“disidentes”, expertos en desestabilizar, mentir y subvertir el orden,
hasta políticos corruptos y violadores de derechos humanos, disfrazados
de humanistas y demócratas para esta ocasión. Allí estará tanto José
María Aznar, ex presidente del gobierno español; al igual que Patricio
Aylwin, ex presidente de Chile; Luis Alberto Lacalle, ex presidente de
Uruguay; Luis Alberto Monge, ex presidente de Costa Rica; así como
Vaclav Havel, ex presidente checo; Kim Campbell, ex primer ministro
canadiense; Philip Dimitrov, ex primer ministro de Bulgaria; junto al
vicepresidente del Parlamento Europeo, Edward McMillan Scott.
No podían
faltar otros personajes de tenebroso historial contrarrevolucionario y
ultraconservador como la señora Madelaine Albrigth, ex secretaria de
estado de los Estados Unidos; la eurodiputada sueca Cecilia Malmström;
así como la ex “disidente” rusa Elena Bonner. Junto a ellos connotados
agentes de oscuro historial como el polaco Adam Michnik; Tomas Pojar y
Carlos González, de la organización checa “Hombres en Emergencia”; así
como Liduine Zumpolle, de la organización holandesa “Cuba Futuro”. Por
supuesto, no podían faltar escritores que han vendido su pluma a los
mismos que un día criticaron tímidamente, para luego caer en un
detestable oportunismo político, como son los casos del peruano Mario
Vargas Llosa, el mexicano Enrique Krauze y el argentino Marcos Aguinis.
Varios
representantes de los grupos mafiosos de Miami estarán presentes en la
cita, como es el caso de Leopoldo Fornés, integrante del Comité Cubano
Pro Derechos Humanos, liderado por el mentiroso y oportunista Ricardo
Bofill.
¿Qué
persiguen todos estos señores y señoras con esta cacareada cumbre?
Su objetivo
está claro para todos. Pretenden arreciar el aislamiento contra Cuba,
manteniendo los mismos manidos e insostenibles argumentos de que en la
Isla se violan los derechos humanos y las libertades democráticas. Todos
integran la quinta columna contrarrevolucionaria sostenida por Estados
Unidos en su estrategia anticubana y se han sumado servilmente en la
nueva escalada urdida por sus amos.
La verdad,
aunque se esconda en el fondo de una cueva, saldrá a la luz a pesar del
forzado ostracismo al que se le quiera condenar. Detrás de esa aparente
preocupación por el pueblo cubano y por sus derechos, se esconden la
falsedad y la componenda, la detestable maquinación y el sucio
oportunismo, el odio ideológico y la ambición. Bastaría analizar algunos
datos expuestos por la propia Amnistía Internacional en su “Informe para
el año 2004”, que abarca el tema sobre las violaciones de los derechos
humanos en el período entre enero y diciembre de 2003, así como otras
fuentes, para comprender si realmente estos señores son defensores de la
democracia, la libertad y los derechos humanos.
¿Se habrá
olvidado el señor Patricio Aylwin, por ejemplo, que la ONU, mediante el
Comité de vigilancia del cumplimiento de la Convención contra la
Tortura, solicitó a Chile la derogación de la Ley de Amnistía, fabricada
por Pinochet para proteger a los criminales que invadieron de luto a los
hogares chilenos? ¿Por qué él mantuvo esta ley durante su gobierno? ¿Se
habrá olvidado, igualmente, que durante su gobierno fueron denunciados
por el Comité Inter-Eclesial de Derechos Humanos en América Latina
(ICCHRLA) cerca de 40 casos de torturas cometidos por los carabineros y
otros órganos policiales?
Parece ser
que el señor Aylwin olvidó que miembros de su partido de gobierno, la
Democracia Cristiana, así como de la Juventud Demócrata Cristiana de
Chile, reconocieron en ese momento que en Chile se mantenía la tortura.
¿Por qué,
entonces, en señor Aylwin se inmiscuye en una guerra mentirosa contra
Cuba, cuando en su traspatio se cometen todavía graves atrocidades
contra sus conciudadanos? El propio informe de Amnistía Internacional
expone lo siguiente, en relación con Chile:
Las
condiciones de reclusión distaron mucho de cumplir las normas
internacionales, y hubo informes sobre malos tratos a detenidos. La
población indígena siguió presionando para que se reformaran las leyes
sobre la tierra y se respetaran sus derechos económicos, sociales y
culturales.
En el
informe sobre su visita a Chile en julio, el relator especial de la ONU
sobre la situación de los derechos humanos y las libertades
fundamentales de los indígenas destacó la marginación económica y social
de las comunidades indígenas y la criminalización, mediante la ley
“antiterrorista”, de los movimientos indígenas de protesta social. El
relator recomendó la revisión judicial del caso de dos dirigentes
comunitarios mapuches.
Se recibieron informes de malos tratos a presos
infligidos por guardias penitenciarios (la gendarmería). Las condiciones
de reclusión, y entre ellas el problema del hacinamiento, seguían
constituyendo un motivo de preocupación, y en algunas prisiones no se
cumplían las normas internacionales.
Como puede apreciarse, el señor Aylwin debe honrar
primero a los chilenos con su preocupación por la libertad, la
democracia y los derechos humanos. Darle la espalda a los pesares de su
pueblo para lanzarse a una cruzada de infamias y mentiras contra Cuba
es, además de repugnante, sumamente deshonesto y cruel.
Otro ferviente “preocupado” por la situación de los
presos en Cuba lo ha sido el ex presidente uruguayo Luis Alberto
Lacalle. Este señor padece de la misma ceguera que su consorte chileno
de correrías. ¿Habrá hecho algo el señor Lacalle durante su gobierno
para encausar a los torturadores de los mejores hijos de esta nación o
de abolir la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, de
1986, con la cual se quiso proteger a asesinos y criminales?
Particularmente, el señor Lacalle fue responsable
directo de la masacre de Jacinto Vera, en la que murieron Fernando
Morroni y Roberto Facal, así como fueron heridas cientos de personas.
Nunca levantó un dedo para señalar y para enjuiciar a los culpables,
entre los que se destacó su ministro del Interior, Ángel María Gianola.
También Lacalle fue responsable de la detención en masa, extradición y
tortura de ciudadanos vasco - uruguayos en su país durante el año 1992.
Como puede apreciarse, le faltan al señor Lacalle
honor y razón para erigirse en posible defensor de los derechos humanos
de los cubanos y en juez de lo que aquí sucede, cuando estuvo
comprometido hasta la médula en actos de violación de los derechos
humanos de los uruguayos, en asesinatos y desapariciones, así como ha
sido incapaz de levantar un dedo para señalar a los que hoy, durante el
gobierno de Jorge Battle cometen detenciones arbitrarias y torturas.
Otro acusador de Cuba en esta cumbre de falsedades e
infamias lo es el ex premier búlgaro Philip Dimitrov. Este señor tampoco
se ha opuesto a la crítica situación de los derechos humanos imperante
en su país. El Informe de Amnistía Internacional señala al respecto:
El régimen
de vida de las personas con discapacidad mental residentes en hogares
sociales fue frecuentemente inhumano y degradante. Muchos residentes
sufrieron abusos a manos del personal —que en algunas instituciones
imponía prácticas inaceptables de inmovilización y aislamiento— o de
otros residentes. Se recibieron numerosos informes sobre malos tratos y
torturas de la policía a detenidos, y al menos una persona murió bajo
custodia en circunstancias controvertidas. Con frecuencia, las víctimas
eran miembros de la comunidad romaní, a veces niños. Rara vez se llevó
ante la justicia a los agentes del Estado que cometieron tales actos. Al
menos tres personas murieron por disparos policiales y otras resultaron
heridas por agentes de policía que emplearon armas de fuego en
contravención de las normas internacionales sobre el uso de la fuerza.
Durante el gobierno de este señor se cometieron decenas de estas
violaciones contra gitanos y enfermos mentales, en franca imitación de
la xenofobia y la ideología fascista que una vez asoló a Europa y cobró
decenas de miles de ciudadanos búlgaros. ¿Puede alguien como él,
entonces, reclamar por los derechos humanos en Cuba? La respuesta es
obvia.
Los propios organizadores de la cumbre no están exentos de haber
sostenido violaciones a los derechos humanos en la República Checa, ni
tienen su traspatio limpio de culpas. El citado Informe de Amnistía
Internacional para el 2004, comenta al respecto:
Las
personas de etnia romaní siguieron viéndose discriminadas en diversos
ámbitos de la vida, a pesar de que el gobierno tomó algunas medidas
positivas. En enero, el Comité de los Derechos del Niño, de la ONU,
lamentó que algunas de sus recomendaciones no hubieran sido
suficientemente atendidas. Éstas incluían el desarrollo de campañas de
sensibilización para reducir las prácticas discriminatorias contra los
romaníes y la puesta en marcha de programas especiales para mejorar el
nivel de vida, la educación y la salud de los niños romaníes. El Comité
se mostró asimismo preocupado por el excesivo número de niños romaníes
que seguían asistiendo a escuelas para niños con dificultades de
aprendizaje, las llamadas “escuelas especiales”, y por la discriminación
sufrida por los inmigrantes ilegales y algunos refugiados en el acceso a
la educación.
En agosto, el Comité de la ONU para la Eliminación de la Discriminación
Racial expresó su preocupación por “la persistencia de actos de
violencia por motivos raciales y de actos de incitación al odio, así
como por la persistencia de la intolerancia y la discriminación de
hecho, en particular respecto de la minoría romaní”, y por el índice
desproporcionadamente alto de desempleo existente entre los romaníes. El
Comité recomendó que se aplicara la legislación vigente de un modo más
efectivo.
Hubo varios informes de malos tratos a romaníes por parte
de la policía. Muy pocos de estos incidentes se investigaron de forma
independiente e imparcial. El sistema para investigar las denuncias
contra agentes de policía no cumplía los requisitos de independencia e
imparcialidad previstos en las normas internacionales de derechos
humanos, ni tampoco las recomendaciones del Comité contra la Tortura y
el Comité de Derechos Humanos de la ONU. Incluso en los casos en los que
los agentes eran declarados culpables de delitos graves, se les imponían
penas leves.
(…)
En algunos
hospitales psiquiátricos y centros de asistencia social se utilizaron
“camas jaula” como método de inmovilización, según informes de
organizaciones no gubernamentales locales. El Centro para el Desarrollo
de la Atención de la Salud Mental averiguó que, de las 600 camas del
Hospital Psiquiátrico de Jihlava, 60 eran “camas jaula”, y que 416
pacientes habían sido inmovilizados en ellas durante 2002. Por otra
parte, el Centro de Apoyo de la Discapacidad Mental encontró en otra
institución unas 17 “camas jaula” y dos cunas “con red, para evitar que
los niños se caigan”. En una cuna con barrotes metálicos y candado había
un niño de siete u ocho años aquejado de grave discapacidad intelectual
y física; no parecía estar vigilado ni recibir tratamiento alguno.
La utilización de “camas jaula” y la negación de rehabilitación y
asistencia adecuadas a niños con discapacidad constituyen trato cruel,
inhumano y degradante, y suponen una infracción del derecho
internacional y de los principios de buena práctica profesional. El
Ministerio de Asuntos Sociales checo reconoció que se usaban “camas
jaula”, pero también señaló que no había ninguna ley que prohibiera
explícitamente este método de inmovilización, y mencionó la existencia
de limitaciones presupuestarias para la contratación de suficiente
personal preparado.
Como puede apreciarse, tanto el señor Svoboda, como
el payaso Pithard, así como Vaclav Havel y Tomas Pojar, anfitriones de
la indignidad, carecen de vergüenza para juzgar a los cubanos por sus
legítimas acciones, cuando ellos están comprometidos en serias
violaciones de los derechos humanos.
También el señor José María Aznar está comprometido
en serias violaciones de los derechos humanos en su país. Baste destacar
algunos fragmentos del Informe de Amnistía Internacional para
comprobarlo:
Numerosos inmigrantes se ahogaron tratando de llegar a
España por mar desde el norte de África. Algunos detenidos denunciaron
torturas y malos tratos. El Comité Europeo para la Prevención de la
Tortura y de las Penas o Tratos Inhumanos o Degradantes (CPT) criticó
duramente la sostenida ausencia de salvaguardas fundamentales que
protegieran de los malos tratos a las personas detenidas en virtud de la
legislación antiterrorista. Pese a todo, una nueva ley aumentó a más del
doble la duración máxima de la detención en régimen de incomunicación.
El gobierno siguió negando categóricamente la existencia de la tortura.
Se corría el riesgo de que los menores extranjeros no acompañados de
entre 16 y 18 años fueran expulsados en circunstancias contrarias al
derecho internacional. Hubo continuas denuncias de maltrato o de trato
cruel, inhumano y degradante en centros de acogida de menores. Cerca de
100 mujeres murieron a causa de la violencia de género.
¿Puede entonces este enconado enemigo de Cuba,
servidor incondicional de los Estados Unidos y de la mafia miamense,
convertirse en juez de los cubanos, cuando jóvenes y mujeres han sufrido
salvajes torturas en su país?
El resto de los participantes en la cumbre “Hacia la
Democracia en Cuba”, tampoco tienen la conciencia limpia. Ninguno de
ellos ha levantado un solo dedo para acusar a los Estados Unidos por la
flagrante violación de los derechos humanos en sus cárceles y en las
prisiones en las que han encerrado a miles de afganos, iraquíes y
ciudadanos de más de treinta naciones. ¿Por qué no se han dignado a
organizar una cumbre para denunciar los crímenes que cometen los Estados
Unidos en todo el mundo en nombre de una falsa y oportunista doctrina
contra el terrorismo?
El análisis de la verdadera condición de estas
personas, vinculados a hechos de discriminación y tortura, asesinatos y
desapariciones, los excluye de su papel de árbitros en el caso cubano.
Hay que ser demasiado cínicos para esgrimir la causa de la justicia, de
la libertad y la dignidad del hombre, cuando no se ha puesto reparo en
pisotearlos. Este es, sin lugar a dudas, el verdadero rostro de nuestros
acusadores. Creo que, al respecto, sobran otros comentarios.

|