Entre pillos anda el juego
25 de
enero de 2005
Las
últimas noticias provenientes de la Florida no dejan lugar a dudas:
pillos y facinerosos de toda laya han encontrado en la justicia
norteamericana un medio idóneo para lucrar, sobre la base de esgrimir
falsas acusaciones, asumir poses de fingido dramatismo y dolerse por
“maltratos” recibidos. Valiéndose de jueces corrompidos por un
conservadurismo a ultranza y subordinados a la política anticubana de
Washington, estos bandidos de tribunales y cortes viciadas, buscan
amasar fortunas acudiendo a la mentira y a la infamia, convirtiéndose en
detractores de oficio, en dolientes de telenovelas baratas y en
instrumentos de una sucia política, sostenida por la Casa Blanca y la
mafia miamense.
José
Basulto, así como los ex secuestradores del niño Elían González, ocupan
hoy las páginas de los periódicos, al imponer juicios tanto al gobierno
cubano como al norteamericano, respectivamente. Para ello, han contado
con la asesoría de Judicial Watch, un engendro legal de oscuro proceder,
enlodado en las causas más dudosas e innobles, incapaz de levantar un
dedo para denunciar los aborrecibles crímenes cometidos por Estados
Unidos en el mundo o para denunciar las atrocidades cometidas contra
Cuba tras más de cuatro décadas de sostenido terror.
El experimentado terrorista, creador del grupo Hermanos al Rescate,
vinculado a acciones ofensivas contra la soberanía de la República de
Cuba y al tráfico de drogas, así como a varios hechos terroristas en la
pasada década de los 90, fue el beneficiado por una dudosa sentencia
emitida en un tribunal floridano. En esta oportunidad, un juez de
distrito nombrado Kenneth A. Marras, “compensó” a Basulto con la bicoca
de 1,7 millones de dólares por los daños recibidos en su persona el 24
de febrero de 1996, cuando junto a otros pilotos de su organización
violó el espacio aéreo cubano. Dos aviones fueron derribados por la
fuerza aérea cubana en un genuino acto de soberanía. Basulto, sin
embargo, debidamente alertado por las autoridades cubanas sobre su acto
delictivo, puso pies en polvorosa, dejando la “papa caliente” a sus
secuaces menos afortunados.
Si nos
atenemos a los hechos, Basulto nunca recibió el menor daño durante la
realización de sus acciones provocadoras. Por ello, los argumentos
esgrimidos por el juez Marras son totalmente falsos. Decir que Basulto
sufre un trauma emocional desde entonces mueve a la risa. Poco serio
resulta este juez, capaz de defender su veredicto argumentando que el
sórdido personaje ha visto afectadas “sus actividades cotidianas y su
capacidad para disfrutar de la vida, como comer, dormir, hacer vida
social y, lo que nos nada sorprendente, volar”.
Sin
embargo, las cosas no salieron para Basulto como éste las esperaba.
Incapaz
de sentir el peso de su conciencia por los crímenes cometidos contra
Cuba, el terrorista lleva fingiendo miedos y temores desde el 2003,
cuando cocinó esta demanda movido por la ambición y un sucio
protagonismo. Sin ocultar su decepción, pues aspiraba a la suma de 79,9
millones de dólares como compensación, alegó que ese dinero lo hubiera
empleado para proseguir “su lucha” contra Fidel Castro.
Imagino
cuánto le costó a Basulto esconder su disgusto por recibir menos de lo
esperado, cuando otros pillos más afortunados han tenido mejor suerte al
establecer demandas contra Cuba en tribunales federales y estaduales de
la Florida. En esos casos, los jueces han ordenado compensaciones
millonarias a costa de los bienes cubanos embargados por el gobierno
norteamericano.
Judicial
Watch quiso presionar al juez Marras argumentando que Basulto fue casi
asesinado por “el acto terrorista del gobierno cubano”. Para este grupo,
de clara orientación anticubana, todas aquellas demandas interpuestas a
tenor con la dudosa Ley antiterrorista de 1996, emitida por el gobierno
de Clinton, tienen plena validez. No cabe duda que estos señores son
expertos en trastrocar la verdad o, al menos, ignorarla, cuando han sido
incapaces de denunciar o señalar el terrorismo de su gobierno y sus
“defendidos” en más de 600 acciones terroristas llevadas a cabo contra
los cubanos.
Sin
querer quedarse atrás en este circo de cortes corruptas, jueces
parcializados y acentuado odio hacia Cuba, un grupo de personas,
capitaneadas por el secuestrador Lázaro González, tío abuelo del niño
balsero Elían González, iniciaron ayer un juicio en Miami contra el
gobierno norteamericano, acusando al FBI y a otras agencias de “uso
excesivo de la fuerza” durante el operativo de liberación del niño,
para dar cumplimiento a una orden de los tribunales.
Si
indolentes fueron en aquella ocasión al querer separar a Elían de su
padre, de su familia y de su pueblo, hoy muestran nuevamente su calaña
corrupta al aspirar a compensaciones por supuestos daños emocionales y
físicos recibidos durante el operativo. A esta querella contra el
gobierno, bendecida por los mafiosos de Miami, se sumaron decenas de
oportunistas, especializados en ganar dinero fácil. De los 97
demandantes sumados al carro de la ambición, sólo quedaron 13.
Por
supuesto, Judicial Watch encontró en este nuevo juicio otro espacio para
continuar sus maniobras contra Cuba. Paul Orfenedes, abogado defensor de
los demandantes y perteneciente a Judicial Watch, insistió ante la corte
en indemnizar a los afectados con una cifra indeterminada. Aunque
importa para este grupo conservador de Washington los resultados de la
demanda, se interesan sobremanera en cuestionar la actitud del gobierno
norteamericano de entonces al ceder ante el clamor de los cubanos y del
mundo por obtener la liberación del niño. Judicial Watch está
interesada, sobre todo, en pasarle la cuenta a la casa Blanca por su
debilidad ante Cuba. Tal es el extremo de su intolerancia y su sentido
de la omerta.
Para los
que conocemos Miami, nada de esto puede sorprendernos. Con frecuencia
hemos visto a muchos pillos buscando la mejor manera de obtener dinero
fácil en tribunales, buscando la ocasión para demandar a alguien. La
nueva oleada de facinerosos en las cortes de la Florida tiene cabida y
relativa suerte sólo gracias a una justicia sobornada y parcializada,
así como al odio proclamado contra Cuba. Lo extraño de esto es que los
acusadores cargan culpas enormes incapaces de ser tomadas en cuentas por
los mismos jueces que los apoyan.