La nueva metedura de pata de los intervencionistas anticubanos de la
administración Bush
Un
amplio grupo de gusanos miamenses y representantes del gobierno yanqui,
dentro de los que no faltaron los tradicionales tracatanes de Bush,
caracterizados por sus enconados ataques a Cuba, se reunieron
recientemente en Miami, bajo los aparentes auspicios del Instituto de
Estudios Cubanos y Cubano-Americanos de la Universidad de Miami, pero
con el soporte material y la sucia intencionalidad intervencionista de
la Agencia de Desarrollo Internacional de los Estados Unidos (USAID). La
fauna miamense, incapaz de aprender las lecciones de la historia y
embebida en un frágil y dudoso triunfalismo, sirvió de anfitriona a una
pléyade de “expertos” en asuntos cubanos, furibundos funcionarios de
agencias gubernamentales yanquis y diplomáticos del garrote, para
debatir nada menos que el futuro de Cuba en una inminente era post
Castro.
Como es
una costumbre ya, desde que Bush aumentara sus carnales relaciones con
los mafiosos de Miami en los últimos meses, en una búsqueda evidente de
votos para las próximas presidenciales, terroristas y políticos se
congraciaron mutuamente en un irrisorio regodeo de promesas infundadas y
pronósticos errados. Junto a los expertos de la “transición” hacia la
democracia de diversas universidades norteamericanas, se vio a Roger
Noriega, Otto Reich, Andrew Nastios y a Adolfo Franco, estos dos últimos
administrador y administrador adjunto de la USAID respectivamente.
¿Qué
sucederá en Cuba cuando falte Castro se preguntaron unos a otros cual si
fueran agoreros futuristas?
Para
Andrew Nastios, la tan esperada caída de la Revolución puede ocasionar
“una emergencia complicada”. Según él, la crisis humanitaria que se
derive del cambio político en Cuba puede generar “una migración
caótica”.
Para
Roger Noriega, por su parte, existe una urgente necesidad de planear el
cambio político en la Isla, de manera que se pueda abreviar la
transición hacia la democracia. Es evidente que, tanto Noriega como
Reich, buscan implementar una política ingerencista hacia Cuba
cumplimentando las orientaciones de Bush dadas a la publicidad el pasado
10 de octubre y cuyo programa se dará a conocer el próximo 1 de mayo,
luego de involucrar a varias agencias gubernamentales en este empeño.
En este sentido, el propio administrador adjunto de la USAID, Adolfo
Franco reconoció que el “presidente quiere que estemos preparados para
todas las necesidades de Cuba”.
No cabe
la menor duda, pues, que la administración yanqui, minada por una
euforia infundada luego de las criminales intervenciones militares en
Iraq y Afganistán, pretende cambiar el destino político de Cuba. Sin
embargo, la gran metedura de pata que los condena tempranamente al
fracaso es que nuevamente elaboran planes, predicen cambios y preparan
acciones sin contar con el pueblo cubano.
¿Creen,
acaso, que ellos pueden fabricar el destino de los cubanos de aquí, la
gran mayoría de los nacidos en esta tierra?
¿Pueden
ellos arrogarse el derecho de planear el futuro de Cuba en una
sospechosa y nada benevolente intención?
¿Piensan
que aquí serán recibidos con flores y banderas norteamericanas por un
pueblo supuestamente cansado por una “oprobiosa dictadura?
¿Qué
puede lograr la cacareada “task force” encabezada por Noriega e
integrada por más de 100 oficiales pertenecientes al CNS, la USAID y
diversas agencias y ministerios yanquis, si no un nuevo fracaso en este
intento intervencionista?
Argumentando favorecer un supuesto y rápido cambio hacia la democracia
en Cuba, mediante formas “¿pacíficas?”, la USAID ha destinado la
asombrosa cifra de más de 26 millones de dólares con el fin de subvertir
el orden interno en la Isla. Esta estrategia contrarrevolucionaria,
encaminada a sustentar a la quinta columna contrarrevolucionaria, a
fomentar una supuesta disidencia y a destruir el orden institucional,
sirve de base a sus propósitos desestabilizadores.
De
acuerdo con la misma, esbozada en el “Programa Cuba”, la USAID pretende
financiar la actividad de la contrarrevolución interna en las siguientes
direcciones principales:
·
Favorecer con alimentos y medicinas a sus acólitos dentro de Cuba y a
las pretendidas víctimas de la represión en la Isla. Conjuntamente, la
ayuda financiera estará dirigida a abastecer a los servidores del
Imperio con propaganda contrarrevolucionaria, medios y equipos para que
lleven a cabo su labor desestabilizadora.
Su
dudosa buena fe se pone de manifiesto en el hecho de que les preocupan
exclusivamente los familiares de los contrarrevolucionarios detenidos y
“activistas” de todo tipo, excluyendo de su ayuda a los miles de niños
que se ven afectados por la falta de medicamentos ocasionada por un
criminal bloqueo contra Cuba. ¿Por qué, si Cuba realmente les preocupa,
no permiten la libre venta de alimentos y medicinas a la isla sin
restricción alguna y en las mismas condiciones en las que se comercia
con otras naciones?
·
Otra dirección de su labor ingerencista contra Cuba es la subvención al
mal llamado periodismo independiente. En este sentido, la USAID ha
puesto en manos de estos falsos hombres de la prensa recursos
inimaginables, entre los que se destacan posibilidades de capacitación,
acceso de sus falacias a la red y otros favores a cambio de su verborrea
mentirosa y de su labor anticubana.
·
Otra de las direcciones de su trabajo lo ha sido el estímulo a la
creación de ONGs que sirvan a sus propósitos desestabilizadores y que
se pongan en función de su estrategia internacional encaminada a aislar
a Cuba, acusándola falsamente de violación de los derechos humanos.
·
Asimismo, la USAID ha financiado un amplio programa de ataques
ideológicos contra la Isla, sustentado en la entrega de más de 10 000
radios de onda corta a sus acólitos con el propósito de que se escuchen
las fonías contrarrevolucionarias radicadas en el exterior y cuyo
mensaje se caracteriza por un abierto llamado a la lucha contra el
gobierno y el orden político y social legalmente establecido en el país.
Dentro
de esta dirección, la USAID ha distribuido más de dos millones de
libelos contrarrevolucionarios, literatura diversa y otros materiales
escritos, cuyo propósito es ofrecer a sus servidores dentro de la Isla
elementos para llevar a cabo su guerra ideológica.
No ha
faltado tampoco el apoyo a la labor de zapa llevada a cabo por la
Sección de Intereses de los Estados Unidos en Cuba (SINA), ni la oferta
de becas a cubanos con la finalidad de entrenarlos en actividades
contrarrevolucionarias.
·
Por último, la USAID ha distribuido diversas cantidades de dinero a
varias universidades y organizaciones cuyo propósito es facilitar su
abierta actividad contrarrevolucionaria contra Cuba, promover estudios
de dudoso resultado y apoyar a la quinta columna dentro de la Isla, como
lo son la Universidad de Miami, la Universidad de Rutgers, la Fundación
Internacional para Sistemas Electorales (IFES), el Consejo Empresarial
Estados Unidos – Cuba, y muchas otras de sus pantallas.
Como puede apreciarse, la administración Bush ha iniciado el año
electoral del 2004 con una afiebrada y agresiva actividad. No cabe
dudas, pues, que se abre para la USAID y el resto de las agencias
gubernamentales involucradas en esta nueva campaña anticubana un solo
resultado: el más completo fracaso.
Los cubanos de la Isla tienen bien claro que su destino es seguir
construyendo una sociedad mejor y que, llegado el caso, sabrán defender
con su sangre el camino recorrido y los logros obtenidos.
Indudablemente, este aspecto no ha sido tenido en cuenta ni por los
famosos expertos de la USAID ni por los tracatanes de Bush.
